LOS COMPROMISOS DE LA PROFESIÓN MÉDICA ANTE LOS DESAFIOS

3 SEGUIMIENTO DE LOS COMPROMISOS DE LA CUMBRE EXTRADORDINARIA
ACTA DE REUNION NO 01 TEMA REVISIÓN DE COMPROMISOS
ACTA DE SOCIALIZACIÓN Y COMPROMISOS ELIJA UNA SEGÚN CORRESPONDA

ALCALDIA DE POPAYÁN FGSCCAGE02 CONSTANCIA DE CUMPLIMIENTO DE COMPROMISOS
ANEXO 1 METAS Y COMPROMISOS ASUMIDOS EL PLAN
ANEXO 6 COMPROMISOS Y DECLARACIÓN DE OTRAS AYUDAS DDª

LOS COMPROMISOS DE LA PROFESIÓN MÉDICA ANTE

LOS COMPROMISOS DE LA PROFESIÓN MÉDICA ANTE LOS DESAFIOS










LOS COMPROMISOS DE LA PROFESIÓN MÉDICA ANTE


LOS DESAFIOS ACTUALES











Club Siglo XXI, Madrid 18 de noviembre de 2010


Excelentísimas autoridades:


Estimados compañeros y compañeras, amigos, amigas:

Buenas tardes y gracias, en primer lugar, al club Siglo XXI y a su Presidente por esta invitación.


También quiero expresar mi agradecimiento, por el honor que me hacen asistiendo hoy, a este acto.


   Quiero hablarles de “EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS COLEGIOS DE MEDICOS EN UN MOMENTO DE CRISIS”. Me propongo analizar las siguientes cuestiones, por este orden de prioridad:

  1. El compromiso con el ciudadano.

  2. El compromiso con el sistema sanitario.

  3. El compromiso con los profesionales de la Medicina.


  1. En relación al compromiso con el ciudadano


La Medicina además de curativa, es una ciencia preventiva y, ¿quién lo duda?, también es una ciencia social. Por ello, nuestros compromisos ancestrales, nuestro Juramento Hipocrático realizado frente a los Dioses y en pro del paciente, ha cambiado y hoy nos comprometemos frente a la sociedad y en pro del ciudadano, sea o no paciente.


En este milenio, el contrato social se ha reformulado y ha fijado tres principios fundamentales y un decálogo de responsabilidades del médico.


Los tres principios, las bases, los fundamentos del edificio en el que se asienta la profesión de médico en el siglo XXI, son el Principio de primacía del bienestar del paciente, el Principio de autonomía del paciente y el Principio de justicia social.


El Principio de primacía del bienestar del paciente, plantea la necesidad de una dedicación absoluta a los intereses del mismo. El altruismo debe consolidar la confianza médico-paciente. Las fuerzas del mercado, las presiones sociales y las exigencias administrativas no deben poner en peligro este principio.


El Principio de autonomía del paciente pone a prueba la honestidad de los médicos, ya que exige que el médico facilite toda la información necesaria para que el paciente adopte decisiones ponderadas sobre su tratamiento.


Finalmente, el Principio de justicia social se hace eco del compromiso de la profesión médica para promover la justicia en el sistema de atención sanitaria, incluida la distribución de recursos existentes.


¿Y, esos grandes principios están presentes en el día a día de los médicos? Juzguen ustedes mismos. Los principios quizá no se ven, pero se escenifican en el decálogo de compromisos que la profesión y los médicos adquieren. Compromisos con la competencia profesional, con la honestidad, con la confidencialidad, con la intimidad y el secreto, compromisos con el sistema sanitario, con el mejor acceso a la asistencia y la distribución justa de los recursos, compromisos con la ciencia, con mantener la confianza médico-paciente y con la profesión y sus valores.


Ser médico no es solamente aprobar las asignaturas del grado o la licenciatura que dan el conocimiento. Para llegar al buen ejercicio medico hay que saber combinar cuatro pilares fundamentales, que se entrecruzan en un baile permanente donde cada cual condiciona al otro y a todos. Me refiero a la Medicina, que se basa en la ciencia y en la ética y que tiene en cuenta la economía y la política.


Una ciencia médica que busque y reclame pruebas suficientes en que basar y justificar sus decisiones, con una ética para la calidad y la dignidad de la vida, que pueda responder en condiciones de igualdad a la gran heterogeneidad de éticas individuales de nuestros médicos y ciudadanos.


El pasado 21 de julio, al igual que lo han hecho numerosas corporaciones profesionales internacionales, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, se presento ante el Congreso de los Diputados para presentar la definición de “Profesión Médica”: Ocupación basada en el desempeño de tareas encaminadas a promover y restablecer la salud y a identificar, diagnosticar y curar enfermedades, aplicando un cuerpo de conocimiento especializado propio de nivel superior, en el que preside un espíritu de servicio y en el que se persigue el beneficio de los pacientes antes que el propio.


En la declaración subyace un principio básico que se aplica a todos las áreas sanitarias. Sólo desde la competencia profesional es posible atender correctamente las necesidades de salud de la sociedad. Y solo desde la competencia profesional, en sensu estricto, se puede regular la competencia profesional de los médicos. Por tanto, exigir la autorregulación no es un privilegio, es una responsabilidad, nada fácil por cierto, del nuevo contrato social, si lo prefieren del Juramento Hipocrático del siglo XXI.


En el Sistema Nacional de Salud el consumo es el eje de la vida económica. Por ello, introducir el criterio económico en las decisiones profesionales siempre ha tenido sentido, pero hoy, frente a una situación económicamente difícil, afirmo que hacerlo es éticamente obligatorio.


Y se deben tomar decisiones en salud, que se aplicaran obligatoriamente a la polis, a toda la comunidad. De ellas dependerá la sostenibilidad y gobierno del SNS.


La Organización Médica Colegial, encargada de la regulación y el mejor ordenamiento profesional debe considerar siempre estos cuatro elementos que determinan la profesión: la Medicina en cuanto ciencia, ética, economía y política. Y, a su vez, cuando se trata de hacerlo en el SNS debe abordarlos desde los principios de racionalidad, competencia profesional y buen gobierno, sostenibilidad, y solidaridad interterritorial.

La profesión médica es una profesión especial en su compromiso público, que mantiene y actualiza las exigencias éticas derivadas de una serie de valores de carácter intemporal, plasmadas en el ya referido Contrato Social del siglo XXI. Pero una vez más, los grandes principios pueden quedarse en nada si no se llevan a la práctica y la profesión médica se puede referir a hechos concretos:



Permítanme, retóricamente, decir: Sería extraño que la profesión médica no fuera la mejor valorada por la ciudadanía, porque no hay otra profesión que se comprometa públicamente en mantener el mejor acto profesional, ni mostrar un compromiso tan amplio con el ciudadano y tan reconocedor de sus limitaciones. Por todo lo cual les propongo algunas reflexiones de máxima actualidad:


  1. Cada cual debe hacer lo que, sencillamente, tiene que hacer. Es cierto que las empresas del sector sanitario deben de ofrecer buenos servicios y productos. Se entiende y admite que intenten maximizar y mantener sus resultados, para servir a los intereses de sus accionistas. Pero los compromisos de los médicos no son los mismos, coincidimos en la búsqueda del mejor medicamento o tecnología, pero en nuestro caso nos obliga a maximizar eficacia y eficiencia y, en consecuencia, a mejorar los comportamientos de los médicos, lo que puede entrar en colisión con intereses de otros agentes.


  1. Considerando que la ignorancia tiene altísimos costos económicos y en el sector salud, además, en vidas humanas, uno de los cometidos  importantes que realiza la profesión médica constituida en corporación es regular, ordenar, formar, definir e informar, esto es, dar elementos de juicio sobre todo lo relacionado con su ejercicio, con la buena praxis y hacerlo precisamente cuando otros agentes confrontan sus posiciones con la de los Médicos, en especial cuando afecta al interés de los pacientes y del SNS como bien de rango superior imprescindible para alcanzar el objetivo anterior. Y esto es obligación de los Colegios Profesionales.


La crisis económica complica este proceso pero lo hace más necesario que nunca; El artículo 6.1 del Código Deontológico actual debe tomarse muy en serio cuando dice, “el médico está obligado a procurar la mayor eficacia de su trabajo y el rendimiento optimo de los medios que la sociedad pone a su disposición”. Por tanto la eficiencia social en el uso del dinero público es un valor irrenunciable: el médico no puede prescribir o asignar recursos sanitarios bajo presiones de ningún tipo y siempre lo debe hacer con criterios de coste eficacia, coste utilidad y ética profesional.


Y debe simultanearse este mandato con la observancia del art. 20 del CD “debe prescribir con libertad de prescripción y de las condiciones técnicas que le permitan actuar con independencia y garantía de calidad”. El médico no puede prescribir bajo presiones de ningún tipo ni tampoco bajo los influjos de la información incorrecta falsa o sin pruebas suficientes y siempre lo debe hacer con criterios de coste eficacia.


  1. Cada día proliferan y se hacen más descaradas las presiones de algunos entornos políticos y económicos sobre la parte más vulnerable de la profesión médica, con mayor nivel de intervencionismo sobre la libertad de comportamiento y actuación profesional. Cada día se hacen más fuertes las interferencias interesadas y hasta la propia cultura social post-moderna (clientelar y pasiva) contribuye a ello. Asistimos al espectáculo mediático de una verdadera enfermedad moral cuyo síntoma más grave es la pasividad,…. esperar a “que algo ocurra” o a que “alguien lo haga”. Porque miren, no es la ausencia de principios éticos y valores el problema, sino la aceptación como norma de la mayoría social, de comportamientos ética y socialmente reprobables elevándolos a rango de normalidad.


Pero quiero subrayar algo, también es cierto que no había existido nunca como hoy capacidad de respuesta previsible de los médicos cuando la gestión de los recursos públicos no se considera correcta como ha quedado demostrado tras la crisis de la Gripe A, que ha constituido un verdadero aviso para quien esté en disposición de oírlo.


  1. Somos conscientes que, como ocurre en cualquier actividad, que una parte de nuestra profesión puede no saber, puede dudar o puede no respeta los compromisos anteriormente mencionados a la hora de responder con la integridad y coherencia necesarias. Por esto defendemos la necesidad de que el médico actué en conciencia. Y por ello defendemos la objeción de conciencia del médico, pero esforzándonos en depurar su aplicación y separándola de la falsa objeción y de la pseudo objeción.


Porque si no hay libertad de conciencia no es posible vivir en libertad. Es así que el ser humano pasaría a ser un animal de costumbres pudiendo prescindir de buena parte de sus atributos como persona. En la conciencia responsable esta la base de todas las conquistas sociales, del desarrollo y el progreso social. Y en el caso del ejercicio medico es esencial porque sin ella esta profesión seria otra cosa, no sé si una profesión, pero diferente.


El debate actual sobre objeción de conciencia, como ven no es nuevo y para que vean la necesidad de un marco regulador vayamos a 1961 donde en la película “Vencedores o vencidos” circunscrita tras los juicios de Núremberg, el director Stanley Kramer plantea el mismo problema que hoy mantenemos: un derecho del individuo mal definido,  de difícil y compleja aplicación práctica por ausencia de un marco regulador. La Ley solo se condiciona con otra Ley. Sin un marco regulador el derecho a objetar de una conciencia libre será algo así como el derecho al trabajo o a la  salud pero sin regulación que les permita hacerlos efectivos.


Pero fíjense y a la par, no creo que un mal médico, es decir aquel que no responde con la integridad y coherencia necesaria a los compromisos sociales de esta profesión, tenga credibilidad suficiente para objetar en conciencia. Sencillamente porque es difícil de entender un atributo que no se utiliza igual para no hacer mal que para hacer el bien.


Sería sospechoso que a una conciencia escrupulosa para actuar, es decir, objetora, no le corresponda simultáneamente una conciencia escrupulosa que con idéntica fortaleza de ánimo actué contra lo injusto, lo amoral, lo no ético o lo ilegal.  No concibo una conciencia objetora que también no defienda al SNS, que permita un retroceso en sus prestaciones o en las calidades de las mismas, que no lo defienda escrupulosamente sabiendo que es un elemento substancial para seguir ofreciendo a los pacientes y a los más necesitados la respuestas y calidad que necesitan. Respuestas y calidad que hemos descubierto, que en conciencia estamos comprometidos a ofrecer y que por el contrario permita su perversión por los múltiples intereses en juego que ponen precio a su comportamiento.


  1. Es verdad, que esta profesión especial, con sus lógicas, de cuando en vez, mantiene confrontaciones o interfiere con las lógicas del poder político y económico. ¿Pero alguien puede pensar que esto deje de ocurrir? Las tres lógicas son socialmente necesarias y complementarias. Si hay honradez en el planteamiento, es de suponer que todas ellas se enriquecen y aproximan. Y esta confrontación ha sido así. con carácter universal. desde lo más remoto de los tiempos y seguirán siendo.


Aristóteles, el filósofo y el político, entendía que los hombres y mujeres eran diferentes, en función de condición y nacimiento, y justificaba la esclavitud, lo que duró, al menos conceptualmente, hasta que John Locke en el XVIII, por cierto medico y filosofo, habló de los derechos naturales de todos aunque en la práctica aún hoy perdura esa gran injusticia en el mundo. Sin embargo Hipócrates, un par de generaciones antes de Aristóteles consideraba a todos los enfermos iguales. Sus lógicas también eran diferentes1 


Los médicos devolvemos y devolvemos mucho.


 A cambio esta profesión especial y la Organización Médica que la representa, actúa de nexo de unión que compacta todos los elementos mencionados y además ofrece otras ventajas insustituibles e impagables: Promueve  permanente y constantemente su carácter vocacional desinteresado, por encima de intereses egoístas o de lucro, así como la realización de actividades que sobrepasan lo legalmente obligatorio y que no son reconocidas por el pagador y que, en síntesis, se preguntaba por ellas un alumno de 4º de Medicina, que hoy es médico de familia



Yo le respondí: ¿Has estado enfermo o has tenido a tus padres o hermanos enfermos? Me dijo que no.


Bueno –le contesté- por eso lo preguntas. Y porque además de ser buena persona todavía no has ejercido ésta profesión, ni te han enseñado a estudiar reflexiva y críticamente la deontología médica.


Esta responsabilidad médica, que requiere saber y voluntad para afrontarla, ¿precisa algún compromiso expreso, alguna exigencia añadida, algún currículo  colectivo que a través de la historia se ha trasladado como sentimiento corporativo hasta nuestros días? ¿Precisa alguna vigilancia, alguna actualización y puesta al día? En este momento la profesión médica no debe defraudar la confianza que la sociedad ha depositado en ella. Y para ello hay que construir sociedad y profesión; y este es el reto de las organizaciones colegiales



  1. El compromiso son el sistema sanitario.


El SNS siempre se ha dicho que se encontraba en crisis. Si esto fuera cierto, la verdad es que la crisis actual es algo más que una crisis económica. Y ojo con las simplificaciones que son una forma de ocultar le verdad.


La crisis cuestiona el orden financiero, el orden urbanístico y la utilización del suelo, pero especialmente cuestiona los sistemas de valores de una sociedad que vive el aquí y ahora solo para el consumo, la competitividad y donde el ser humano y el orden universal para su cuidado es prescindible o solo queda para los momentos de imagen o necesidades de promoción.

Tenemos por delante una década compleja, complicada, diferente, y es nueva pero por ello es apasionante. Y no son ni por asomo sus retos mayores que los que presenta a diario la lucha por la salud, contra la enfermedad y la muerte. En cualquier caso nos obliga a repasar lo substancial y a pensar qué país, sistema sanitario y que Medicina dejaremos a la próxima generación; todo esto nos lo jugaremos en los próximos años de necesarios ajustes en el crecimiento del gasto sanitario, pero de obligado crecimiento en ética de la responsabilidad profesional y social.


El SNS es el instrumento social imprescindible para que los médicos podamos responder a nuestros compromisos con todos y cada uno de los pacientes, incluidos los que están por venir. Precisamente de ese compromiso surge la obligación ética de preservar la calidad del SNS  y sus atributos básicos... Sin embargo una serie de circunstancias ponen en peligro su sostenibilidad por la insuficiente financiación y especialmente por el fracaso de una negociación política partidaria que cada día los ciudadanos consideramos más irresponsable. Porque no es cosa de simplificar la realidad, de disimularla o de formular buenos deseos sobre un futuro incierto. Los problemas se pueden arreglar si se abordan sus posibles soluciones y no volviéndolos a plantear una y mil veces, aparentando que se hace algo. Y para eso se requiere un gran acuerdo del máximo nivel que permita avanzar.

 

Es cuestión de hacer lo que sabemos que debemos de hacer, tomar decisiones y medidas que minimicen los riesgos para el SNS y en consecuencia para aquellos que mas sufrirían su decadencia, que son: los pobres, los débiles, los frágiles, los más ancianos, los discriminados, los ignorantes…. Aquellos que oculten la realidad, disfrazándola para sacar beneficio a expensas de poner en riesgo la salud de los demás  son simplemente culpables y sería preciso identificarlos. Estamos ante una cuestión trascendental, en una encrucijada de la que depende la viabilidad de nuestro SNS y el mantenerlo con los niveles de calidad y atributos que hoy tiene es responsabilidad de todos. 


  Debemos aclarar que entendemos por sostenibilidad: Sostenible es que puede continuar, se puede mantener a un coste asumible, es perdurable. Claro que el SNS es sostenible como lo ha sido hasta aquí, pero eso no es incompatible con que si no se modifican las actuales coordenadas y condiciones que lo determinan pueda dejar de serlo. Y todos tenemos una responsabilidad intergeneracional para hacer sostenible el legado patrimonial de nuestro sistema sanitario  público.



Partimos de un crecimiento del gasto sanitario por encima del PIB en los últimos años. Precisamente por ello ya en el año 2005 agentes tan importantes como la Comisión Europea (Grupo ECOFIN) advertían de los riesgos de sostenibilidad para nuestro modelo social. En segundo lugar, y como consecuencia de la crisis financiera global, se instaura un proceso de recesión económica y los ingresos fiscales del conjunto de las Administraciones Públicas disminuyen desde el 41,1% en 2007 al 34,6% en 2009, es decir, un 6,5% del PIB (datos consolidados). La deuda soberana seguirá creciendo al menos hasta el 2015 (según el Fondo Monetario Internacional) tardaremos muchos años en devolver lo que nos han prestado. Y en tercer lugar, si no lo evitamos, seguirá creciendo el gasto sanitario a un ritmo superior al crecimiento económico especialmente provocado por la incorporación de nuevas tecnologías y medicamentos.

 

Con las deudas acumuladas por las Comunidades Autónomas parece que ahora no es posible, como en el pasado, que venga el Estado a rescatarlas. ¿Qué hacemos?  


Parece que hay acuerdo en que la sostenibilidad del sistema sanitario público debería atacar básicamente el control del gasto el aumento de los ingresos y la desvinculación, desorientación y desafección profesional de los problemas de salud de los ciudadanos, de los problemas del SNS, de la masificación, de la pérdida de equidad y de los  desequilibrios territoriales. Hoy más que nunca es necesaria una toma de conciencia y un mayor grado de corresponsabilidad con la sostenibilidad del sistema sanitario público de todos los agentes internos y externos del sector.Volvemos a reiterar que se requiere un gran acuerdo del máximo nivel que permita avanzar.


Sabemos lo que tenemos que hacer, las claves para garantizar la sostenibilidad del SNS,  que podemos relatar cuan letanía y que en buena parte coincide con las recomendaciones recientes que firma el Consejo Económico Social: 


1. Definir cartera de servicios común que se consideren necesarios para mantener los actuales niveles de calidad para todo el Estado. Y en esto deberemos exigirnos ser tan generosos en la solidaridad y equidad, como estrictos en la efectividad de las prestaciones, procedimientos, tecnologías y servicios que incluiremos en la cartera común del SNS.   

2. Controlar el crecimiento del gasto farmacéutico, independientemente de su justificación sencillamente no puede seguir absorbiendo progresivamente más porcentaje del presupuesto sanitario.

 

3. La evaluación y seguimiento de las nuevas tecnologías o de todo procedimiento de innovación clínica.

 

4. Hacer interoperables los sistemas de información sanitaria con el fin de disponer de una historia informatizada de salud, independientemente del ámbito territorial y del tipo de asistencia, de uso universal por los pacientes en cualquier situación que precisen para el mejor cuidado de su salud.

 

5. Centralizar compras y garantías de pago a proveedores que debía de garantizar la Ley de morosidad

 

6. La Atención Primaria precisa refuerzo adecuado para que responda a lo que se espera de ella. Por el contrario progresivamente disminuye el porcentaje del presupuesto que se le asigna y que ya se aproxima al 50% de lo que le dedican otro países de nuestro entorno.


Los programas de formación de grado no pueden hacerse a codazos entre los diferentes departamentos. Porque los ajustes derivados de los acuerdos de Bolonia no se están produciendo. Ni se garantiza que dado que la mitad de los futuros médicos van a ejercer en Atención Primaria pudieran elegirla como especialidad por el estimulo que solo surge del conocimiento de la misma, que sigue sin ofrecer la formación de grado a los estudiantes.  


La AP sufre una profunda discordancia entre lo que se dice de ella, lo que se espera y lo que hace. Ejemplo 1: contamos con una exigente legislación a la hora de garantizar el derecho a la información del paciente, pero, a la vez, no pocos médicos se encuentran con una masificación asistencial de consultas sin límites, donde a menudo es imposible cumplir estas normas legales sin que nadie haga nada para ponerles fin.


Ejemplo 2: La burocracia absorbe hasta el 40 % del tiempo asistencial de los médicos, mientras se observa cómo en otros sectores de servicio al público con menor trascendencia social ya hace muchos años que se han superado problemas similares con tecnología y constante innovación.


7. El modelo asistencial basado en el paciente agudo precisa ser reorientado para atender a un enfermo crónico, anciano, pluripatológico, poli medicado, frágil y, en muchas ocasiones, dependiente. Esa concepción asistencial  además de no responder a la realidad, es un modelo que provoca errores y riesgos evitables.


El 13% de los pacientes que reciben alta reingresan de nuevo por complicaciones de las cuales el 75 % serian evitable con un cambio en la concepción de la atención al enfermo, con una respuesta integrada y coordinada  a sus necesidades. Se está produciendo una fragmentación, un peligro por falta de coordinación de los profesionales que actúan sobre el paciente.


Pero, además, el riesgo de despersonalización es elevado en un paciente que sufre, tiene miedo o  dolor, no dispone de información suficiente, no tiene quien se la ofrezca o no la comprende. Es urgente cambiar a un modelo mucho más social ajustado a las necesidades del paciente, donde todos los que intervienen estén involucrados y coordinados.


Por eso al Ministerio de Sanidad no le sobra ningún refuerzo de lo social.


8. Aumentar la eficiencia entre otras medidas con modificación del Sistema retributivo de los profesionales  relacionándolo con resultados y eficacia. Los médicos ofrecen responsabilidad y esfuerzo, pero no pueden seguir sin la capacidad de gestionar los medios necesarios para cumplir sus obligaciones profesionales.


La supervivencia del sistema necesita también un cambio profundo en la mentalidad del médico: exige un  cambio profundo de mentalidad del médico, por ser el agente principal que custodia el conocimiento esencial y  ordena con discrecionalidad el gasto variable. Pasar de una actitud pasiva, asalariada, desafectada por déficit identitario y falta de orgullo de pertenencia y corresponsabilidad con tu propio sistema,  a una actitud más vital, de trabajar en cosa y casa propia, de sacar adelante la empresa.


No se trata simplemente de no despilfarrar, sino de cuidar el patrimonio de todos, Entonces se aprovecha más el tiempo, se miran los gastos como propios.


9. La desvinculación, desorientación y desafección profesional de los problemas del SNS El médico se siente atrapado. Hasta hace dos días por un lado, la incontinencia de la propaganda política que no cesaba de prometer más y más prestaciones sanitarias, sin echar cuentas de los medios disponibles. Se alimentó una irresponsable escalada de "consumismo sanitario", que luego los ciudadanos llevan a las consultas médicas enarbolando sus derechos. Ahora la coyuntura económica obliga a revertir la situación. En medio, al médico le toca decir la verdad y gestionar la cruda realidad en un clima que cada vez produce más roces con los usuarios. Es fácil de entender que este cóctel es explosivo y se convierte en un torpedo en la línea de flotación de la relación médico-paciente, pues daña gravemente el clima de confianza haciendo que el profesional se sienta impotente y desanimado.


El problema como ven no es saber lo que hay que hacer sino ¿cómo se ponen en marcha las medidas necesarias?  Porque el SNS y sus cualidades fundamentales pueden estar es peligro si entre todos no reclamamos una verdadera reforma. Las reformas que necesitamos  son reformas estructurales pero también  concienciación y rearme ético de políticos, profesionales y pacientes, de creación y defensa de valores individuales y colectivos en defensa del SNS y desde luego no precisamos más cambios de normativas para volver a hacer lo mismo comenzando por un sitio diferente. No se vaya a cumplir la famosa sentencia de Don Fabrizio en El gatopardo -"Algo debe cambiar para que todo siga igual"- que tantas revoluciones ha frustrado.


No estoy de broma, pero parece que se espera la llegada de una situación inesperada, un hecho imprevisible, transcendente,   que con su impacto permita y nos obligue a hacer lo que hay que hacer, que cambie la pasividad por acción… pero eso sería para Nasim Nicolas Talbet un CISNE NEGRO, para otros un milagro. Para mí es un error esperar. Mientras esto llega ¿no creen que deberíamos construir el futuro que queremos?


  1. El compromiso con los profesionales de la Medicina


¿Por qué la necesidad de colegiación universal del médico?


Decía hace unos días  Viçent Thomas, Consejero Balear: “No podemos olvidar que los Colegios de Médicos, la OMC, las  Consejerías de Sanidad caminan por la misma vía de salud y tenemos objetivos comunes como una Atención Médica de calidad y respetuosa con los pacientes así como garantizar el derecho a una asistencia efectiva y eficiente “. Desde nuestra Institución Colegial compartimos plenamente esta visión y misión  que define nuestras credenciales deontológicas y sociales ante el sistema sanitario y la propia sociedad.

 

Las reformas estructurales son necesarias y el liderazgo de la profesión es imprescindible para saber hacia dónde vamos. Todo lo anterior, todos los ejemplos mencionados y muchos más que podía poner que justifican la co-regulacion y autocontrol de la profesiones sanitarias, no es genética, tampoco es etología, tampoco ocurre en otras profesiones ni siquiera ocurre en esta profesión en otros lugares del mundo  y tampoco son un milagro . .. Ni Vds. los políticos solos, ni nosotros los sanitarios (médicos, enfermeros, farmacéuticos) solos, podemos abordar las soluciones y las respuestas profesionales precisas


Es cierto que frente a tanto compromiso la sociedad nos ofrece su “Reconocimiento social” su estima, y naturalmente nos sentimos honrados y lo agradecemos; es más, nos estimula. Pero hay sectores que nos discuten la autonomía profesional al tildarla de privilegio. La autonomía profesional tanto docente como organizativa o directiva, y aún más concretamente regulación o incluso la co-regulación o regulación compartida no pueden entenderse como privilegio. Las libertades directivas son un ejercicio responsable y por ello, por el grado de tecnificación y compromiso, por el contrato social, por la necesidad de defender al paciente esta profesión entiende su regulación no como un acto de poder o autosuficiencia sino como un acto comprometido, derivado del compromiso ético para con la ciudadanía.


La profesión médica se ha convertido en una de las más reguladas en todo el mundo precisamente para proteger a los ciudadanos frente a los eventuales casos de abuso o incompetencia de los médicos, y, paradójicamente, para facilitar el ejercicio profesional en libertad y en condiciones adecuadas.

 

La garantía para mantener ese compromiso y los mencionados desde una profesión independiente del poder político y económico es la colegiación universal para todos los que ejercemos de Médicos. Si no es universal sería imposible regular y controlar a los que no lo desearan.  La universalidad de la colegiación incluye a todos los colegiados en una comunidad moral, en una casa de libertad y respeto, en un ámbito que incita a la superación y disuade de comportamientos deficientes. Aunque eso sí, que nadie piense que con ella cambiaremos la condición humana de los colegiados.


Y ya hemos comentado que para poder actuar con libertad no basta decirlo es preciso que la propia Ley lo garantice y establezca un marco regulador, es decir, las reglas de juego.  

 


En todas las sociedades occidentales modernas, con sistemas democráticos consolidados, los órganos de control y regulación de las profesiones sanitarias son  poco jerarquizados, independientes del estado y del capital. Tienen responsabilidad para establecer los criterios éticos y técnicos, para realizar la evaluación profesional de sus miembros y para disciplinar su desempeño. Y participan fijando los períodos de formación y experiencia para la obtención de la titulación. Y otorgan la autorización legal para ejercer. Y tienen bajo la responsabilidad de la profesión el registro de todos los profesionales en activo a los que deben hacer cumplir las normas y compromisos de la profesión. Porque sin control universal no hay control.


Tienen una estructura donde puede participar todos los médicos, y donde organizada y democráticamente eligen y nombran a sus órganos de gobierno. Elaboran normas y ofrecen parecer profesional (científico, ético, económico y político) ante todo lo relacionado con lo social y lo sanitario.


Poseen unos instrumentos de regulación y de buen gobierno como los Estatutos, Código deontológico y Sistemas de comunicación, que permitan alcanzar la transparencia suficiente y llegar a  todas las audiencias.

 


La Organización Médica Colegial Española tiene y cumple con todo lo anterior. Y como contrapartida asume un contrato social con la población y con el SNS, es decir COMPROMISOS

 




 

Llegado este momento, y por todo lo anteriormente expuesto, la profesión médica y la Organización Médica Colegial y la profesión enfermera y su Organización Colegial como parte de la soberanía sanitaria ya manifestamos juntos y yo quiero volver a HACERLO ahora nuestra EXPRESA voluntad de conformar un CONTRATO SOCIAL como una renovada apuesta en el nuevo SISTEMA SANITARIO. Este contrato social supone un claro compromiso con el marco constitucional del Estado social y democrático de derecho y su extensión al modelo sanitario que se ha construido bajo dicho soporte constitucional. Aquí y ahora, EXTERIORIZAMOS NUESTRA INVITACIÓN DE ADHESIÓN AL CONJUNTO DE AGENTES E INSTITUCIONES DEL SISTEMA SANITARIO a que también lo hagan.


Y quiero terminar con un compromiso delante de la Comisión Permanente, de la Asamblea General:


Los ciudadanos y sus legítimos representantes deben tener la seguridad de que la profesión médica va a ser independiente y leal a su misión. La autorregulación que suponen los Colegios de Médicos con colegiación obligatoria es una garantía de que los médicos no nos limitaremos a cumplir la ley, sino que nos comprometemos a un mayor nivel de exigencia de acuerdo con la deontología profesional, exigible en nuestros Estatutos para quien ejerce la Medicina”



Gracias a todos.  

1Los datos son: Hipócrates 460-aprox 370 a.C.; Aristóteles 384-322 a.C.) Es decir, Aristóteles tenía 14 años cuando se supone que murió Hipócrates.

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ANEXO VI COMPROMISOS DE GASTOS DE EJERCICIOS ANTERIORES EN
CAJA DE HERRAMIENTAS DEL VOLUNTARIO COMPROMISOS ACTITUDES APTITUDES
COMPROMISOS A ASUMIR ENTRE EL CENTRO PÚBLICO DE EMPLEO


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