INFESTA DOMÍNGUEZ GRACIELA CONDUCTAS DE CUIDADO DE LA SALUD

CHILLING INJURY IN LEMONS DURING INTRANSIT COLD DISINFESTATION DISCUSSION
HERRAMIENTAS MOLECULARES APLICADAS A LA INVESTIGACIÓN DE PHYTOPHTHORA INFESTANS
INFESTA DOMÍNGUEZ GRACIELA CONDUCTAS DE CUIDADO DE LA SALUD

INTRACOLONIAL DIFFERENCES IN THE INFESTATION BY HAEMOPROTEUS LAN ON


Algunos autores sostienen que el concepto de carrera impone mucho orden a las vidas de las personas en tanto que éstas vivencian sus experiencias de un modo más caótico e inestable de lo que aquel concepto deja entrever

Infesta Domínguez, Graciela. Conductas de cuidado de la salud sexual y reproductiva en valores adultos: una cuestión de carreras. En libro: Jornadas Gino Germani. IIFCS, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires, Argentina. 200?. p.13.

Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/argentina/germani/domin.rtf


INFESTA DOMÍNGUEZ GRACIELA CONDUCTAS DE CUIDADO DE LA SALUD

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CONDUCTAS DE CUIDADO DE LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA EN VARONES ADULTOS: UNA CUESTIÓN DE CARRERASi

Graciela Infesta Domínguez



Introducción


En la Argentina, hasta el presente, la mayor parte de la investigación sobre la conducta reproductiva y las relaciones de género se ha centrado básicamente en las mujeres. Los estudios que incorporan la perspectiva masculina se focalizan fundamentalmente en la población adolescente. Hoy es poco lo que se conoce sobre qué mueve a los varones adultos a interesarse o no por un embarazo no deseado o a preocuparse o no por contraer y/o transmitir a ETS a su pareja.

El presente trabajo tiene la intención de acercar algunas respuestas a los interrogantes planteados más arriba. Con tal objetivo, en esta ocasión, se intenta dar cuenta de las carreras sexuales y reproductivas de varones residentes en el Area Metropolitana de Buenos Aires pertenecientes a dos estratos socioeconómicos (bajo y medio-alto) que se encuentran en dos momentos diferentes de su ciclo reproductivo. Específicamente, se trata de comprender las conductas y actitudes de estos varones en relación con el uso de métodos anticonceptivos a la luz de sus carreras sexuales y reproductivas.

El concepto de carrera permite no sólo describir los cambios en las conductas anticonceptivas de los varones a lo largo del tiempo, sino también comprender los mismos a partir de los cambios operados tanto en las representaciones y motivaciones de los varones en relación con el uso de métodos anticonceptivos, como en las relaciones de parejas. Así, el interés de este trabajo se centra no sólo en dar cuenta de cómo y cuándo los hombres utilizan métodos anticonceptivos sino también en indagar las motivaciones que llevan a que los varones usen o no usen anticonceptivos, o que elijan algunos métodos y descarten otros a lo largo del tiempo. En este sentido, se analizaron, en particular, las motivaciones relacionadas con: a) la relación emocional con su pareja; b) la preocupación de los hombres por la salud reproductiva propia y por la de su pareja sexual; c) el deseo de aceptar o evitar la responsabilidad de tener hijos. También se analizaron las representaciones de los varones relacionadas con las posibles interferencias en el goce y la dinámica sexual atribuidas al uso de métodos anticonceptivos.



Metodología


La estrategia metodológica de la investigación fue cualitativa, desarrollándose en dos etapas, a las que correspondieron dos técnicas de recolección de datos: en la primera etapa se realizaron grupos focales, en tanto que en la segunda se recurrió a la técnica de entrevista en profundidad. El presente trabajo se propone centrar la atención en los principales hallazgos obtenidos en la segunda etapa de la investigación.

El universo de estudio de la investigación en cuestión quedó conformado por los varones residentes en el Area Metropolitana de Buenos Airesii comprendidos entre los 25 y 35 años y entre los 45 a 55 años, pertenecientes a dos estratos socioeconómicos: bajo y medio-alto. La delimitación del universo en función de las mencionadas características de la población (edad y estrato socioeconómico) se fundamentó en los siguientes criterios: 1) Los dos tramos de edad seleccionados permiten analizar las conductas, actitudes, representaciones y motivaciones de varones que se encuentran en diferentes momentos de su ciclo sexual y reproductivo, y 2) La pertenencia a diferentes estratos socioeconómicos determina el acceso diferencial a los recursos materiales y a la información circulante en la sociedad lo cual establece diferencias en el comportamiento reproductivo de las personas. A fin de analizar el impacto del estrato socioeconómico sobre las conductas de los hombres, se decidió trabajar con dos estratos claramente diferenciados entre sí, siendo uno de ellos el estrato bajo por la situación de mayor vulnerabilidad que es dado esperar en los varones pertenecientes al mismo. Para identificar el estrato socioeconómico se utilizaron los siguientes indicadores (que toman en cuenta tanto los aspectos estrictamente económicos como aquellos de tipo cultural vinculados a los primeros): a) nivel educativo; b) ocupación actual o última ocupación; c) categoría ocupacional en la ocupación actual o en la última ocupación tenida.

Dada la naturaleza de la aproximación teórico-metodológica de la investigación, se trabajó con una muestra intencional de treinta y ocho hombres con las características del universo mencionado más arriba. El tamaño final de la muestra quedó determinado por la saturación teórica (Glaser y Strauss, 1967) de las principales categorías consideradas.

El análisis de los datos obtenidos en las entrevistas en profundidad fue realizado de acuerdo al método de comparación constante de análisis cualitativo (Glaser y Strauss, 1967).

Aspectos conceptuales


Como ya se señaló, en este trabajo se trata de comprender las conductas y actitudes de estos varones en relación con el uso de métodos anticonceptivos a la luz de sus carreras sexuales y reproductivas. Estas últimas fueron abordadas a partir del concepto de "carrera" definido por Goffman (1992), quién utiliza el mismo para referirse a


... cualquier trayectoria social recorrida por cualquier persona en el curso de su vida. La perspectiva adoptada es la de la historia natural: se desatienden los resultados singulares para atenerse a los cambios básicos y comunes que se operan, a través del tiempo, en todos los miembros de una categoría social, aunque ocurran independientemente unos de otros. De una carrera así concebida, no cabe afirmar que sea brillante o mediocre: tanto puede ser un éxito como un fracaso... Una de las ventajas del concepto de carrera consiste en su ambivalencia: por un lado, se relaciona con asuntos subjetivos tan íntimos y preciosos como la imagen del yo y el sentimiento de identidad, por el otro, se refiere a una posición formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida y forma parte de un complejo institucional accesible al público" (Goffman, 1992:133).


Algunos autores sostienen que el concepto de carrera impone mucho orden a las vidas de las personas en tanto que éstas vivencian sus experiencias de un modo más caótico e inestable de lo que aquel concepto deja entrever (King, 1993; en Ekins, 1998). Por tal motivo, conviene señalar que las fases que describen las distintas carreras de los hombres en lo que respecta el uso de métodos anticonceptivos no remiten a secuencias fijas y etapas a través de las cuales ellos se mueven a lo largo de su vida. Más bien, es la minoría la que recorre todas las fases descriptas. De igual modo, la mayoría de los hombres recorrerá circularmente sólo partes de las fases identificadas en cada tipo de carrera. Los hombres pueden detenerse en puntos diferentes y para períodos diferentes, en ocasiones diferentes.

Más allá de las aclaraciones realizadas precedentemente respecto del concepto de carrera, las diferencias existentes en los comportamientos y motivaciones de los hombres entrevistados no hicieron posible identificar un único tipo de carrera. En forma similar a lo que le sucedió a Ekins (1998) en su investigación sobre los varones que visten ropas del sexo opuesto, en el presente estudio se estableció que las diferencias antes mencionadas no podrían encuadrarse dentro del rango de “variaciones” esperables en cada fase de una carrera. Así, el material analizado reveló la existencia de distintos “tipos” de carreras, los cuales se presentan a continuación. En cada uno de dichos “tipos” se subrayan los aspectos comunes encontrados entre los entrevistados que permitieron construir el tipo puro, pero también se señalan las variaciones que es posible encontrar al interior del mismo, las cuales no alteran lo esencial del tipo de carrera descripto. Muchas de estas variaciones son atribuibles a la edad y el nivel socioeconómico de los hombres entrevistados.

El concepto de carrera permitió no sólo describir los cambios en las conductas anticonceptivas de los varones a lo largo del tiempo, sino también comprender los mismos a partir de las modificaciones operadas en las representaciones y motivaciones de los varones en relación con los métodos anticonceptivos y las relaciones de parejas. Esto es así por la estrecha relación existente entre representaciones y motivaciones, por un lado, y comportamientos, por el otro.



Conductas de cuidado de la salud sexual y reproductiva: una visión desde las carreras sexuales y reproductivas de los varones



Tipo 1: El descuidado impulsivo


Este tipo de carrera caracteriza a varios de los entrevistados de 45 a 55 años de estrato socioeconómico bajo y solo a algunos de los varones de igual edad del estrato medio-alto. No se observó este tipo de carrera en ninguno de los hombres jóvenes (25 a 35 años) de los dos estratos socioeconómicos entrevistados.

Desde que se iniciaron sexualmente hasta el momento en que se realizan las entrevistas, los hombres que responden a este tipo de carrera nunca usaron preservativo ni ningún otro MAC a excepción del ritmo.

Antes de casarse no usaron ningún tipo de método anticonceptivo porque, según ellos mismos informan, tenían relaciones sexuales con “mujeres sanas”. En relación con este punto, hay que señalar que, habitualmente, ellos no sabían si las mujeres con las que salían usaban o no algún tipo de MAC.

La primer unión se produce a edades muy tempranas (en la adolescencia y nunca después de los 23 años) y con esta pareja tienen hijos también a edades muy tempranas, siendo muchas veces padres adolescentes. Algunos de estos hombres aún continúan conviviendo con su primer pareja en tanto que otros, en cambio, se han separado de la misma (en varios casos, de estrato bajo, fueron abandonados por sus mujeres quedándose ellos a cargo de los hijos) y han vuelto a constituir una pareja estable con la que frecuentemente también tienen hijos.

Entre los varones de estrato socioeconómico bajo y medio-alto que siguen esta carrera existen algunas diferencias en cuanto al número de hijos tenidos. En general, los varones del estrato socioeconómico bajo que responden a este tipo carrera suelen tener más hijos que los hombres del estrato medio alto. Los varones de ambos estratos coinciden en sostener que todos sus hijos fueron producto de embarazos planeados pero, en realidad, ellos suministran información que hace suponer que, por lo menos, no siempre fue así. En varios casos, los hombres utilizan la expresión “embarazos planeados” como sinónimo de “embarazos queridos”, a las cuales, en ambos casos, atribuyen el significado de "embarazos/hijos no rechazados". En general, sus hijos fueron concebidos en relaciones estables y sólo en algunos casos tienen, además, hijos nacidos en relaciones ocasionales.

Con su/s esposa/s ellos tampoco usan/ron preservativo. Esporádicamente, ellas tomaron pastillas anticonceptivas pero las suspendieron al poco tiempo de iniciar el tratamiento ante la manifestación de algún síntoma asociado a la ingesta de las mismas. A partir de ese momento, de utilizar algún MAC, al único método al que recurren es al ritmo.

No usan preservativo porque les parece que “no es natural”, “no están acostumbrados”, “no les gusta”. Estas respuestas llaman la atención si se tiene en cuenta que estos hombres nunca usaron preservativo y, por lo tanto, no tienen elementos para comparar y establecer diferencias entre la experiencia de tener relaciones sexuales con y sin preservativo. Así, las conductas de riesgo de estos hombres pueden atribuirse básicamente a dos factores. Por un lado, la preocupación por el cuidado de su salud reproductiva y la de sus parejas sexuales está supeditada a otros factores más valorados por ellos. Anteponen el logro del máximo placer al cuidado de la salud, si esto último implica una renuncia -aunque sea en parte- al primero. Además, el uso de anticonceptivos entra dentro de la órbita de los comportamientos medicalizados (racionales, que se basan en la utilización de elementos extraños al organismo y la naturaleza) y como tales, a estos hombres les resulta difícil compatibilizar los mismos con las conductas sexuales que se inscriben dentro del mundo de los impulsos (la "naturaleza"). De aquí la denominación que dimos a este tipo de carrera.

Por otro lado, la ausencia de conductas preventivas en estos hombres también se debe a que ellos no se perciben a sí mismos como sujetos expuestos al riesgo de contraer SIDA. En esta última percepción incide la propia concepción de los varones sobre los factores que evidencian la presencia o ausencia de enfermedad: estos hombres parecen desconocer la fase asintomática de la enfermedad. Ellos no pueden contagiarse una enfermedad si la persona con la que tienen relaciones sexuales no la posee, lo cual, ellos consideran que es siempre evidente a sus ojos. Si se tiene en cuenta esto último, se podría decir que, desde su propia perspectiva, estos hombres consideran que sí adoptan conductas de cuidado ya que, a modo de prevención, toman el recaudo de salir con “mujeres sanas”. Si bien algunas conductas propias o de su pareja revelan un intento de planificación familiar, la prevención no adquiere carácter sistemático y queda relegada a un segundo plano, luego de aspiraciones asociadas a lograr la máxima satisfacción sexual –como ya señalamos oportunamente- y evitar la medicalización de su comportamiento reproductivo. En este sentido, un entrevistado sintetiza en pocas palabras las actitudes y conductas de estos varones:


El consejo de mi padre era que usara preservativo... Al principio a uno le parecía que había que cuidarse siempre... después uno ve que no le pasa nada y el preservativo es antinatural y te quita sensación.... pero es higiénico, ¿no?... [Con mi mujer] nunca tuvimos ningún cuidado. Ella es muy metódica en eso y sabía en que momento podía quedar embarazada o no. Cuando decidimos buscar el hijo, no se cuidó y bueno... nos cuidábamos por las fechas y bueno... con decirte que por no cuidarnos quedó embarazada del más chiquito a los 42 años... no lo buscábamos y bueno...” (Leonardo, 52 años, estrato socioeconómico medio-alto)


En relación con el aborto, es posible identificar dos posiciones diferentes entre los hombres que responden a este tipo de carrera. Algunos hombres no están de acuerdo con recurrir al aborto siempre que se produce un embarazo no planeado a raíz de no haber tomado los recaudos necesarios para evitar el mismo, pero aceptan el mismo en algunos casos, por ejemplo, cuando la madre y/o el padre no pueden mantener económicamente al hijo o ya tienen muchos hijos y no desean aumentar el tamaño de la familia (lo cual, en general, está relacionado con el factor anterior). Otros hombres, están absolutamente en contra del aborto.



Tipo 2: El moralista sexual


Este tipo de carrera fue seguido por entrevistados de ambos grupos de edad y estratos socioeconómicos, pero su presencia tuvo mayor predominio entre los varones más jóvenes de ambos estratos que entre los de 45 a 55 años.

Durante la adolescencia, estos hombres, cuando tenían relaciones sexuales, habitualmente no adoptaban ningún tipo de cuidado. En el caso de los varones de 45 a 55 años de ambos estratos, algunas veces usaban preservativo o recurrían a procedimientos tales como “lavarse rápido”, siempre con la finalidad de evitar enfermedades tales como la sífilis, gonorrea, etc. Si tenemos en cuenta que ellos comenzaron su actividad sexual a mediados de la década del ´60 o, a más tardar, en los primeros años de la década del ´70, resulta comprensible que el SIDA no constituyera una preocupación para ellos. Si bien la situación respecto del SIDA era muy diferente en el momento en el que los varones del grupo de 25 a 35 años que siguen este tipo de carrera eran adolescentes, éstos no tuvieron conductas muy diferentes a las de sus congéneres de mayor edad. En este caso, habitualmente no adoptaban ningún tipo de cuidado por desconocimiento no sólo de la existencia del SIDA sino también, en muchos casos, del resto de las ETS. Sólo excepcionalmente los hombres que recorren esta carrera –tanto los más jóvenes como los de mayor edad de ambos estratos socioeconómicos- utilizaron algún MAC (específicamente, preservativo o coito interruptus) durante su adolescencia con la intención de prevenir un embarazo no planeado: cuando se trató de relaciones sexuales con una pareja estable, situación poco frecuente en la adolescencia de estos hombres.

En la medida que transcurre el tiempo y estos hombres toman conocimiento de la existencia del SIDA, cambian las motivaciones que los impulsa a utilizar preservativo: a partir del momento en que tienen información sobre el SIDA y los riesgos del mismo, cuando recurren al preservativo lo hacen, fundamentalmente, con la intención de evitar contraer dicha enfermedad. En algunos casos, el cambio de conducta se da luego de haber tenido una experiencia personal vinculada a las ETS, ya sea por haber adquirido una de ellas o por haber seguido de cerca el proceso de alguna persona de su entorno que contrajo ETS/SIDA. Sin embargo, aún en esta fase, la utilización del preservativo sólo queda circunscripta a los encuentros sexuales con parejas ocasionales. Pero, aún en estos casos, si el hombre “conoce” a la mujer con la que tiene un encuentro sexual ocasional, tampoco utiliza preservativo. El “conocimiento” al que se aluden estos hombres es el vinculado a aquellas conductas sexuales de sus compañeras que ellos consideran riesgosas y que parecen circunscribirse a conductas que ellos calificarían como promiscuas. En este sentido, para estos varones la utilización del preservativo se limitaría a aquellos encuentros sexuales con mujeres que tienen o tuvieron múltiples parejas sexuales. Así, se muestran más preocupados por conocer las conductas sexuales de sus compañeras que por saber si las mismas fueron o no acompañadas de prácticas preventivas. Sin embargo, en caso de no contar con tal información, para estos hombres es suficiente “conocer” a la familia de sus parejas sexuales (“saber que vienen de un hogar bien constituido", "de una familia normal”, según sus propias palabras) lo cual parece constituir para ellos un aval respecto del estado de salud de ellas (es decir, las mujeres provenientes de hogares “bien constituidos” son sanas y con ellas no existe riesgo de contagio de ETS/SIDA). Asimismo, el consumo de drogas por parte de su compañera sexual es otro aspecto que, para algunos de estos hombres, es importante a la hora de establecer el riesgo al que se exponen en una relación sexual. De este modo, las conductas preventivas del “moralista sexual” estarán determinadas por su conocimiento sobre los aspectos de la conducta de su pareja que mencionamos precedentemente, los cuales suelen ser evaluados por el entrevistado desde una doble moral sexual.

En cambio, cuando se trata de parejas estables, estos hombres tienen, algunas veces, conductas de cuidado pero -a diferencia de lo que sucede con sus parejas ocasionales- las mismas están dirigidas a evitar un embarazo no planeado. En estos casos, el uso del método recae, generalmente, en la mujer que recurre, predominantemente, a pastillas anticonceptivas (especialmente, en los casos del estrato medio alto) y, en menor medida, a otros métodos tales como el ritmo y la ligadura de trompas (particularmente, en el estrato bajo). Si la mujer no utiliza ningún MAC, los varones más jóvenes (25 a 35 años) de ambos estratos socioeconómicos recurren, a veces, al coito interruptus para evitar embarazos no planeados.


E: ¿Y con tu mujer tomaste algún tipo de cuidado?

M: La primera vez que lo hice con ella, sí, me cuidé con forro. Y después, bueno... más por miedo porque ella quede embarazada que por una enfermedad, nos habíamos conocido bastante bien para hacerlo tranquilo... no teníamos miedo de las enfermedades porque nos conocíamos entre nosotros y sabíamos cuál era nuestro vivir y todo eso... después si lo usamos o no lo usamos, depende de las fechas y todo eso." (Marcelo, 25 años, estrato socioeconómico bajo)


Esta diferenciación en cuanto a las conductas preventivas que los varones adoptan en la edad adulta en función de si sus relaciones sexuales son con parejas estables u ocasionales se observa más notablemente entre los hombres de 45 a 55 años y, dentro de éstos, entre los que pertenecen al estrato socioeconómico bajo. En el caso de los varones de 25 a 35 años es frecuente que no tengan parejas ocasionales: en general suelen tener parejas estables aunque, en algunos casos, ellas finalicen al poco tiempo de haberse formado. Es por ello que, en estos casos, la preocupación predominante de estos jóvenes es el embarazo más que las ETS y el SIDA.

Así, se puede decir que las motivaciones que pueden llevar al hombre a utilizar preservativo tienen que ver exclusivamente con la prevención de ETS/SIDA. Sin embargo, estos hombres también suelen coincidir en que el preservativo disminuye el placer sexual pues “quita sensación” ya que “es como un guante”. Este parece ser el principal motivo que lleva a estos hombres a no ser sistemáticos con la prevención de ETS/SIDA, aún cuando esto constituye un motivo de preocupación para ellos.

En general, estos hombres tienen su primer unión a edades tempranas. Algunos de ellos se casan con mujeres que ya estuvieron unidas y tienen hijos de esa relación previa. En algunos casos, esta primera unión de los hombres dura hasta la actualidad. En otros, la primera unión dura muy pocos años y luego de un breve período en que permanecen solos, en general, vuelven a contraer matrimonio. En esta segunda unión -que es la actual al momento de la entrevista- llevan muchos años de convivencia. En todos estos casos, la conducta y la motivación de los hombres no cambia, es similar a la que tenían con sus novias. Es decir, las conductas de cuidado, cuando existen, tienen por objetivo evitar un embarazo no planeado y son fundamentalmente responsabilidad de la mujer. Ellas toman pastillas o, eventualmente, recurren al ritmo. Suelen tener varios hijos (cinco o seis, en la mayoría de los casos) y algunos de estos sin haber sido planeados, lo cual pone en evidencia la falta de sistematicidad en el uso de MAC y el desconocimiento sobre el funcionamiento adecuado y/o el grado de confiabilidad de los mismos. Luego de haber tenido varios hijos, es posible que las parejas de estos hombres recurran a la ligadura de trompas con el fin de controlar la fecundidad.

En relación con el aborto, los hombres de 45 a 55 años de ambos estratos socioeconómicos así como los de 25-35 años de estrato bajo que siguen este tipo de carrera suelen estar absolutamente en contra del mismo. En el mejor de los casos, algunos de ellos pueden aceptar el aborto sólo en casos excepcionales tales como violación de la madre, riesgo de muerte de la madre o malformaciones congénitas del feto. Sin embargo, es importante señalar que, entre los hombres que manifestaron estar en contra de la práctica del aborto, algunos de ellos (hombres de 45 a 55 años del estrato medio-alto) recurrieron al mismo cuando se enfrentaron con embarazos no planeados. Sólo los varones de 25 a 35 años del estrato medio alto mostraron una actitud más permisiva frente al aborto a pesar de no haber recurrido nunca a dicha práctica.

En síntesis, los hombres que siguen este tipo de carrera se caracterizan por su interés en la prevención del SIDA, cuando tienen relaciones ocasionales con parejas sobre las que desconocen su historia sexual y por el embarazo, cuando se trata de parejas estables. Sin embargo, en ambos casos, los indicios (haber tenido enfermedades de transmisión sexual y/o embarazos no planeados es frecuente entre estos hombres) señalan que su preocupación no los lleva a tener conductas sistemáticas de cuidado ni en uno ni en otro caso.



Tipo 3: El usuario social y reparador


Este tipo de carrera guarda similitudes importantes con la descripta precedentemente (Tipo 2) en lo que respecta a las conductas de cuidado implementadas por los hombres y sus parejas en la fase actual de la carrera. Sin embargo, existen diferencias importantes en las fases iniciales entre los hombres que siguen uno y otro tipo de carrera, las cuales residen no tanto en las conductas mismas sino más bien en las diferentes motivaciones que en uno y otro caso llevan a los varones adoptar conductas similares. Este tipo de carrera sólo se pudo observar entre los hombres de ambos grupos de edad pertenecientes al estrato socioeconómico bajo.

Durante la adolescencia, cuando estos hombres tenían relaciones sexuales algunas veces usaban preservativo pero -a diferencia de lo que sucede con los varones cuya carrera se encuadra en el Tipo 2- esto tenía por finalidad la prevención de embarazos no planeados. En relación con estos últimos, la preocupación parece estar específicamente vinculada con la posibilidad de tener embarazos fuera de una relación estable formal (es decir, una relación estable de convivencia o con la que existan, al menos, planes de convivir). En estos casos, la motivación que lleva a los hombres a tener conductas preventivas no está vinculada a los problemas que puede acarrear un embarazo no planeado para la salud física y emocional de ambos miembros de la pareja sino más bien con las dificultades que, a raíz de un embarazo, ellos pueden tener con las familias de las mujeres con las que salen y con las cuales no tienen intención de convivir y formar una familia. El MAC elegido para el cuidado es el preservativo porque “es el método que está al alcance de un adolescente”, expresión con la que los hombres caracterizan al preservativo como el método más conocido (en algunos casos, el único conocido) y el de mayor accesibilidad (“se puede comprar hasta en un kiosco y a cualquier hora” y “es el único que no requiere ir al médico”) para un adolescente. El SIDA y las otras ETS no constituían un motivo de preocupación para ellos durante esta etapa de sus vidas.

Estos hombres suelen tener su primer unión a edades muy tempranas; en algunos casos, siendo aún adolescentes. Durante los primeros años de concretada la primera unión, ellos no utilizan ningún MAC ya que, en este nuevo contexto, desaparecen las preocupaciones que, en la fase anterior, los impulsaba a utilizar preservativo. Sus compañeras tampoco utilizan ningún tipo de MAC. En relación con los motivos que llevan a los hombres a no utilizar MAC durante esta fase, resultan muy ilustrativas las palabras de Roberto, uno de los hombres entrevistados. Para estos hombres, las conductas de riesgo no reflejan necesariamente desinterés por el bienestar psicofísico de su pareja sexual y el suyo propio. En estos casos, los MAC suelen ser percibidos por los varones como una barrera que los separa de la persona que quieren, impidiendo que, en la relación sexual, no haya una entrega total hacia la otra persona. Desde esta perspectiva, el amor hacia la pareja es el que lleva a eliminar todos las “barreras” que pudieran representar alguna distancia entre ambos integrantes. Las consecuencias que esta conducta puede generar en la salud física y emocional de los miembros de la pareja –como, por ejemplo, las derivadas, de un embarazo no planeado- constituyen efectos no deseados que, o bien no pudieron ser previstos o que, de serlo, fueron relegados a un segundo lugar de importancia luego de la meta principal de lograr la máxima entrega posible en la relación sexual.


R: Cuando conocí a mi señora no me cuidé más y ella tampoco...

E: ¿Cómo llegaron a esa decisión?

R: Porque ella a los seis meses de noviazgo quedó embarazada... No nos cuidamos porque yo no sentí que tenía que cuidarme y ella tampoco; sentimos algo liberal: ‘nos olvidamos de los problemas, de tu viejo, de tu vieja...’ Yo, al ser mayor, me tendría que haber cuidado, no solo por mí sino por ella porque era menor pero, bueno, uno comete errores... no me arrepiento, pero sé que fue un error... en los casos anteriores era diferente, me cuidaba... porque no me había llegado el amor verdadero como me pasó con mi señora.

E: ¿Y ahora se cuidan?

R: Sí, si.... yo uso preservativo.... no quiero que tome pastillas, nada.

E: ¿Por qué no?

R: Porque, según me dijeron, las pastillas engordan, le alteran el sistema nervioso...” (Roberto, 28 años, estrato socioeconómico bajo).

Luego de tener varios hijos, estos hombres comienzan una nueva fase en su carrera ya que nuevamente comienzan a utilizar preservativo pero ahora con la intención evitar nuevos embarazos. Son ellos los que asumen el cuidado aún cuando no les guste usar preservativo. La decisión de los hombres de utilizar preservativo no surge como consecuencia de haber alcanzado el tamaño ideal de familia deseado por ellos sino más bien cuando, habiéndose ya excedido el mismo, existe la percepción de que las condiciones objetivas no permitirían enfrentar la crianza de un nuevo hijo. Este cuidado, en el caso de los hombres de 45 a 55 años, difícilmente vaya acompañado de la utilización de MAC por parte de sus parejas sexuales. En cambio, entre los varones más jóvenes, puede suceder que el uso del preservativo se complemente con el uso de MAC femeninos.

Estos hombres suelen tener más de una pareja simultáneamente: por un lado, tienen una pareja estable (con la que conviven y tienen hijos) y otras de carácter ocasional Con estas últimas adoptan conductas de cuidado diferentes a las descriptas en relación con su pareja estable. Estos hombres suelen utilizar preservativo “fuera de casa” (es decir, con sus parejas ocasionales) con el fin de evitar contraer ETS/SIDA. En relación con el uso del preservativo manifiestan su desagrado por el mismo ya que “no lo sienten natural” y, sin duda, este constituye el principal motivo de que muchas veces- aún tratándose de parejas ocasionales- adopten conductas de riesgo.

En relación con el aborto, estos hombres suelen estar en contra de recurrir al mismo en caso de producirse un embarazo no planeado. Sólo los varones más jóvenes aceptan que el aborto en algunas situaciones límites como, por ejemplo, en los casos en que el embarazo sea resultado de una violación o cuando la mujer se encuentra sola y sin recursos emocionales y/o materiales para enfrentar la crianza de un hijo.

En síntesis, estos hombres usarán preservativo cuando deseen evitar problemas que, si bien no involucran la salud, tienen su origen en la falta de conductas de cuidado de la misma. Se trata de problemas más bien de índole “social” como, por ejemplo, los que tendrían con la familia de una mujer a la dejaran embarazada. También utilizarán preservativo cuando, habiéndose ya generado situaciones no deseadas (como la que sucede cuando el tamaño real de familia no coincide con el tamaño deseado para la misma) y/o conflictivas originadas también en la falta de prevención, intenten no empeorar las mismas. En este caso se trataría de una suerte de conducta “reparadora”. Sólo excepcionalmente (en la fase actual y con parejas ocasionales) estos hombres usaran preservativo con la finalidad de evitar contraer ETS/SIDA.




Tipo 4: El concientizado flexible


Este tipo de carrera se observó en varios de los hombres entrevistados del grupo de 45 a 55 años de ambos estratos socioeconómicos. En cambio, entre los más jóvenes, sólo dos del estrato bajo y ninguno del estrato medio-alto siguió este tipo de carrera.

Las fases de esta carrera guardan muchas similitudes con las que caracterizan al Tipo 2, descripto oportunamente. Sin embargo, entre ambos tipos de carrera existen tres diferencias muy importantes que, justamente, avalan la existencia de los mismos como tipos diferentes y no como versiones de una misma carrera, a saber: 1) el grado de sistematicidad y efectividad en el uso preservativo; 2) la posición de los hombres respecto del grado de interferencia del preservativo en la dinámica y el placer sexual; y 3) el proceso de toma de decisiones por el cual los hombres usan preservativo con sus parejas estables, así como el papel de la mujer en lo que respecta a la utilización de MAC.

La secuencia de fases en la carrera es bastante similar a la detallada para el Tipo 2. Se observan algunas diferencias en las primeras fases según el estrato socioeconómico al que pertenezcan los hombres. Cuando comienzan su vida sexual, los hombres de 45 a 55 años del estrato bajo no adoptan conductas de cuidado, situación que cambia en el momento en que toman conocimiento de la existencia del SIDA -lo cual suele suceder ya avanzada su juventud- a partir de lo cual comienzan a usar preservativos. En cambio, los varones de 25 a 35 años del mismo estrato socioeconómico, suelen comenzar a utilizar profilácticos muy tempranamente en su adolescencia. En ambos casos, cuando utilizan preservativo con las parejas ocasionales lo hacen para evitar contraer SIDA y con sus parejas estables recurren a dicho método para prevenir los embarazos no planeados –en este último caso, a veces también recurren al coito interruptus.

A diferencia de los varones del estrato socioeconómico bajo, los que pertenecen al estrato medio-alto suelen utilizar preservativos desde su adolescencia pero con la intención de evitar embarazos no planeados. Sin embargo, estas diferencias que se observan en cuanto a las conductas preventivas entre los hombres de diferentes estratos socioeconómicos se explica por el hecho que, en tanto los varones del estrato medio alto generalmente se inician sexualmente con una novia –con la cual, además, muchas veces se casan, sus congéneres del estrato bajo suelen iniciarse con parejas ocasionales. Es decir que, en ambos estratos socioeconómicos predomina la misma lógica: con las parejas estables, estos varones utilizan preservativo con la intención de prevenir los embarazos no planeados y con las parejas ocasionales recurren a dicho método pero con la intención de evitar contraer SIDA y/o ETS.


E: ¿Usted a lo largo de su vida sexual tomó algún cuidado?

H: Sí... usaba preservativo.

E: ¿Desde la primera vez?

H: No, esa vez no. Empezamos a usarlo cuando salíamos con chicas más "livianitas" (se sonríe)... Y bueno... uno de mis amigos tuvo una infección y estuvo meta inyecciones de penicilina hasta que se le pasó, pero sufría mucho... contaba cada cosa que a nosotros se nos ponían los pelos de punta... ahí empecé a usar.

E: ¿Usted por qué usaba preservativo?

H: Y... apenas empezamos a ir a bailar le pasó esto a este amigo y de ahí en más siempre usé.

E: ¿Y cuando se casó?

H: Con mi mujer siempre hablamos mucho y... nos hicimos los exámenes antes de casarnos. No teníamos ningún problema y seguimos sin tener problema... Usábamos preservativo para no tener chicos... eso fue hasta el tercer año de casado y después de los embarazos volvíamos a usarlo.

E: ¿Nunca cambió de método?

H: En una época ella tomó pastillas... Pero le salieron unas manchas en el cuerpo, fuimos al médico y era por las pastillas... Después no las tomó más... Las manchas desaparecieron después, con el tiempo.

E: ¿Quién decidió el uso del preservativo?

H: Los dos... después de dejar el método de las pastillas.

E: ¿Para usted, el uso de métodos anticonceptivos reduce el placer sexual?

H: No, no (silencio).

E: ¿Y el preservativo?

H: No, tampoco... Hay gente que quizás dice que se desconcentra... Pero para mí, no." (Héctor, 47 años, estrato socioeconómico bajo)


La elección del preservativo durante la adolescencia como método de prevención del embarazo no planeado tiene su explicación en el hecho de que el mismo constituye para estos hombres el método de mayor accesibilidad. En cambio, estos hombres argumentan que, en fases posteriores, la elección del preservativo como método de control de la fecundidad se encuentra, en general, vinculada a cuestiones de “comodidad personal” o al hecho de considerarlo “más seguro” que otros métodos. Sin embargo, en la última fase, estos varones utilizan el preservativo con mayor frecuencia y efectividad que los hombres que responden a la carrera Tipo 2. Esta diferencia puede deberse, en gran parte, al hecho de que los varones de este tipo de carrera -a diferencia de los que responden al Tipo 2- consideran, en general, que el preservativo no reduce el placer sexual.

Estos varones suelen unirse por primera vez antes de los 25 años y continúan conviviendo con esta pareja al momento de la entrevista. Es decir que, en el caso de los entrevistados de 45 a 55 años, se trata de parejas que están unidas desde hace 20 o más años. Sin perjuicio de lo señalado más arriba respecto del uso de preservativo en la última fase de la carrera -y esta es la principal diferencia con el Tipo 2- las mujeres con las cuales estos hombres forman relaciones estables suelen utilizar también algún tipo de MAC con la finalidad de prevenir el embarazo no planeado (preferentemente, ritmo y/o DIU). De este modo, la utilización del preservativo por parte del hombre es resultado de una estrategia elaborada en forma conjunta por la pareja a fin de evitar embarazos no planeados, la que contempla, alternativamente, el uso de métodos anticonceptivos femeninos y masculinos. Por ejemplo, como lo muestran los testimonios de Oscar y Héctor, en algunos casos el varón utiliza preservativo porque su mujer ha tenido que interrumpir la toma de pastillas anticonceptivas ante algún inconveniente con las mismas. Así, cuando se trata de una pareja estable, la elección del MAC a ser adoptado para el cuidado de la pareja surge como resultado diálogo entre ambos miembros de la misma. La alternancia entre métodos se produce como una respuesta a las cambiantes necesidades y condiciones de salud de los dos miembros de la pareja.

En relación con el aborto, los hombres que siguen este tipo de carrera suelen estar absolutamente en contra del mismo. Algunos de ellos aceptan el aborto sólo en casos donde la vida de la madre corre peligro.



Tipo 5: El usuario pragmático


Este es un tipo de carrera que se detectó exclusivamente entre los entrevistados de estrato socioeconómico medio-alto y, dentro de éstos, específicamente entre los hombres de 45 a 55 años. Ninguno de los entrevistados de ese grupo de edad pertenecientes al estrato socioeconómico bajo siguió este tipo de carrera y, entre los más jóvenes, sólo un entrevistado de 25 a 35 años del estrato medio-alto hizo lo propio.

En la adolescencia tienen su primer relación sexual con mujeres adultas (generalmente, una prostituta o bien con una mujer conocida -vecina, amiga de la familia, etc.), que habitualmente no vuelven a frecuentar. Desde su iniciación sexual hasta el momento en que contraen matrimonio, estos varones -a diferencia de lo que sucede con los hombres que siguen otro tipo de carrera- suelen tener varias parejas, las cuales en algunos casos pueden durar pocos meses y, en otros, pueden prolongarse por años. Estas diferencias en cuanto a la duración de las parejas no reflejan necesariamente, en el caso de estos hombres, un compromiso diferente con sus compañeras. Una prueba de ello es que, tanto en el caso de relaciones breves como en aquellas de larga duración, suelen referirse a las mismas en términos de "noviazgo".

Los varones señalan que, durante esta fase, adoptaban conductas de cuidado casi exclusivamente para evitar el embarazo ya que "en esa época aún no existía el SIDA", argumento incluso utilizado por el entrevistado del grupo más joven que siguió esta carrera. El resto de las enfermedades de transmisión sexual no suelen ser mencionadas por estos varones y cuando sí lo son, aparecen en su discurso como un peligro muy lejano, algo de lo que ellos casi están exentos. Esta representación está asociada a otra que considera el tener una pareja estable como una forma de prevención de ETS. La forma en que estas representaciones inciden en las conductas de los hombres puede comprenderse si se toma en cuenta una característica distintiva de estos varones (y que comparten sólo con los hombres que responden al Tipo 6 de carrera): tienen relaciones sexuales en el marco de parejas estables (sean éstas de corta o larga duración), las cuales se basan, además, en valores tales como la fidelidad. Por este motivo, estos hombres no se consideran expuestos al riesgo de contraer ETS. Sólo muy excepcionalmente suelen mantener encuentros sexuales con parejas ocasionales o con prostitutas y, en estos casos, ellos utilizan preservativo.

Ellos sostienen que, en esta etapa, optaban por el preservativo porque es el que conocían o tenían a su alcance. Excepcionalmente podían no usar preservativo pero, en estos casos, la decisión era tomada en conjunto con su pareja y pasa a ser ella la que utiliza algún método anticonceptivo. Esta se puede decir que es una de las características distintiva de los varones que siguen este tipo de carrera y que los diferencia de los hombres que responden al Tipo 4iii: ya en esta fase inicial la prevención es un tema que es abordado y discutido en la pareja aunque más no sea con la finalidad de negociar cuál de los dos miembros de la pareja será el que utiliza el método anticonceptivo. Es decir, estos varones manifiestan tempranamente interés por la adopción de conductas preventivas y asumen las mismas como una cuestión que hace a la pareja, razón por la cual la responsabilidad del cuidado es de ambos y es indistinto quién asume el uso del método en tanto el mismo resulte efectivo. Este último aspecto, obviamente, está estrechamente vinculado al hecho de que la preocupación del hombre se centra en la prevención de embarazos no planeados y no así de las ETS. En estos entrevistados no se pudieron detectar resistencias serias en lo que respecta a la utilización del preservativo -de hecho, lo usan en muchas oportunidades-, independientemente de que consideren que el mismo reduce o no el placer sexual (se observaron varones con posiciones en los dos sentidos señalados). Sin embargo, si la mujer muestra predisposición o intención de ser ella la que utilice un método anticonceptivo y, además, ellos se sienten seguros de que ella lo utilizará y que el mismo es eficaz, es evidente que declinan con gusto la opción de utilizar preservativo. Pero si sus compañeras manifiestan que no están utilizando un método anticonceptivo o, directamente, que prefieren que sean ellos quienes adopten precauciones, estos varones aceptan la situación sin manifestar una clara oposición o intención de persuadirlas de lo contrario. De aquí el nombre que asignamos a este tipo de carrera.


E: Después de esa primera experiencia [sexual] y hasta su casamiento, ¿usted tuvo otras parejas?

J: Sí, cualquier cantidad, tuve parejas y un montón de otras... ahí sí que salía con una, con otra, con tres en algunos momentos, pero todas amigas muy buenas y de muy buena familia. Tuve algunas novias de medio año, de un año. Me fui a Europa, después volví y me casé.

E: Y a lo largo de su vida sexual, ¿usted tomó algún cuidado?

J: Sí, me cuidaba. Yo les decía `o tomás la pildorita o si no me lo decís y descarrilamos en el camino`... Ellas en general tomaban la pildorita... todas las mujeres tienen algo, o la pildorita o otra cosa.

E: ¿Usted sabía que ellas se cuidaban?

J: Sí, yo no hacía nada hasta que no sabía...

E: ¿Y cuando estaba de novio con su mujer usó algún método?

J: No, ella tomaba la pildorita y listo.

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E: ¿Y cómo decidieron esto de tomar la pastilla?

J: Nos pusimos de acuerdo... pero yo hago lo que la mujer quiera, soy un caballero en eso.

E: ¿Y si la mujer quiere que usted use preservativo?

J: Lo acepto también, hay que hacer lo que la mujer quiera, hay que ser caballero, no hay que ser machista".

E: ¿Para usted, el uso de métodos anticonceptivos disminuye el placer?

J: No me gusta, para mí disminuye el placer el preservativo." (Juan, 46 años, estrato socioeconómico medio-alto)


Los hombres que siguen este tipo de carrera suelen contraer matrimonio después de los 25 años (es decir a una edad mayor que los hombres que siguen las otros tipos de carreras mencionadas hasta aquí). En esta fase, los varones también muestran preocupación por prevenir el embarazo no planeado más no así por el SIDA y el resto de las ETS por motivos similares a los que permiten comprender en la etapa anterior sus conductas preventivas y/o de riesgo. También en esta etapa la elección del método es resultado de la negociación con la pareja y es frecuente que utilicen preservativo alternadamente con métodos femeninos. Sin embargo, ahora también es frecuente que, en el momento de elegir el método a utilizar, soliciten asesoramiento médico. Esto hace que los varones junto con sus compañeras se informen de la existencia de otros métodos que hasta el momento desconocían. Así, las parejas utilizan otros métodos a los que antes no recurrían y, a la hora de elegir, los métodos femeninos (especialmente aquellos denominados "modernos" como el DIU) comienzan a gozar de una mayor preferencia que el preservativo por considerarlos más seguros y/o más cómodos. También, en la medida que deciden dar por finalizado el ciclo reproductivo, estas parejas se inclinan por métodos anticonceptivos con efectos prácticamente irreversibles como la ligadura de trompas. Si bien esta última fase tiene características similares a la descripta en el Tipo 4 de carrera, existe una diferencia fundamental entre ambas en relación con el tipo de métodos utilizados por las compañeras de los varones en uno y otro caso.

Todos estos hombres tienen hijos (en un rango que va de uno a cinco), frutos de una pareja estable con la que conviven y -en la mayoría de los casos- son resultado de embarazos planeados. Sólo en dos casos, los entrevistados declararon tener hijos no planeados. En uno de ellos se trató del menor de los cinco hijos del entrevistado que nació en un momento cercano a la menopausia de su esposa. En el otro caso, se trató de un embarazo no planeado producto de una relación ocasional que el entrevistado tuvo en el período que medió entre sus dos matrimonios. Este último embarazo terminó en aborto de común acuerdo por haberse producido en el contexto de una pareja ocasional.

En lo que respecta a las actitudes de los hombres hacia el aborto, se observan posiciones muy variadas: algunos hombres están absolutamente en contra del aborto porque lo consideran un crimen; otros, no están a favor del aborto pero admiten excepciones, por ejemplo, en los casos en que el embarazo fue producto de una violación o cuando existen malformaciones congénitas del feto. Finalmente, también es posible encontrar hombres que tienen una actitud más permisiva frente al aborto y no admiten el mismo únicamente en situaciones excepcionales como las mencionadas anteriormente. Para estos hombres, el hecho de que los padres no quieran o no puedan tener el hijo es un motivo que permitiría justificar el aborto; no así, en cambio, el temor de la mujer o de la pareja a tener que enfrentar la reacción de sus padres al enterarse del embarazo. Es interesante señalar que aquellos entrevistados que tienen actitudes más tolerantes con el aborto son también los que adoptan más sistemáticamente medidas preventivas del embarazo no planeado, tienen menos hijos y recurren, incluso, a métodos anticonceptivos irreversibles como la ligadura de trompas. En contraposición, aquellos hombres que están absolutamente en contra de la práctica del aborto si bien, en general, utilizan métodos anticonceptivos, son los que más conductas de riesgo han asumido entre los entrevistados que responden a este tipo de carrera sexual y reproductiva.



Tipo 6: El cuidadoso cerebral


Como en el tipo anterior, esta carrera se detectó exclusivamente entre los entrevistados de estrato socioeconómico medio-alto. Pero en tanto el Tipo 5 se encontraba entre los hombres de 45 a 55 años de dicho estrato, el tipo al que ahora nos referiremos sólo es posible observarlo entre los varones que tienen 25 a 35 años. Además, el Tipo 6 de carrera es una de las dos que más predominaron entre los entrevistados jóvenes del estrato medio-alto.

Los hombres que siguen los Tipos 5 y 6 de carrera presentan una característica que los diferencian marcadamente del resto de las carreras descriptas: estos varones tienen relaciones sexuales en el marco de parejas estables (sean éstas de corta o larga duración) a las que siempre se refieren en términos de "noviazgo" y sólo muy excepcionalmente estos hombres suelen mantener encuentros sexuales con parejas ocasionales. En relación con este último aspecto, los varones que siguen el Tipo 6 presentan, además, una característica que no se observa en ninguno de los otros tipos de carrera: cuando manifiestan tener "relaciones ocasionales" se refieren a sus compañeras sexuales como "amigas" (es decir mujeres con las que tenían una relación previa a producirse el encuentro sexual) con las que "ocasionalmente" mantienen relaciones sexuales sin que por esto se modifique el vínculo previamente existente con ellas. Este tipo de relaciones ocasionales se diferencia marcadamente de las que refieren los hombres que siguen otro tipo de carrera, los cuales denominan de esa forma a las relaciones sexuales que tienen con mujeres que conocen ocasionalmente, con las que: a) no establecen ningún tipo de vínculo que no sea el sexual y el mismo tiene una corta duración (además, en algunos casos, este vínculo está signado, además, por el pago ya que puede tratarse de relación con una prostituta) y b) tienen unos pocos encuentros sexuales (en muchos casos, sólo se trata de un único encuentro sexual con cada compañera ocasional). También es importante señalar que los varones que siguen el Tipo 6 de carrera no mantienen relaciones sexuales con prostitutas (situación bastante frecuente en otros tipos de carrera, incluso, aunque de forma excepcional, en el Tipo 5), excepción hecha de la primera relación sexual.

Las fases de esta carrera también guardan muchas similitudes con las que caracterizan al Tipo 5, descripto oportunamente. Sin embargo, entre ambos tipos de carrera existen algunas diferencias fundamentales que, justamente, avalan la existencia de los mismos como tipos diferentes y no como versiones de una misma carrera, a saber: 1) estos varones suelen iniciarse con pares - no con mujeres adultas, como en el caso anterior- y, en muchas oportunidades, ellas son sus novias; 2) siempre tienen relaciones sexuales protegidas; 3) adoptan conductas de cuidado como forma de prevención tanto de los embarazos no planeados como de las ETS y el SIDA, independientemente del tipo de vínculo que tengan con su pareja sexual; 4) el método que siempre utilizan es el preservativo aunque muchas veces su compañera también utiliza algún método anticonceptivo femenino Al respecto, varios de estos entrevistados manifestaron que "nunca" tuvieron relaciones sexuales sin preservativo; 5) la utilización del preservativo y de métodos femeninos no se produce en forma alternada sino simultánea. Están convencidos que la prevención es una responsabilidad compartida entre ambos miembros de la pareja que debe verse reflejada en las acciones de ambos, razón por la cual cada miembro de la pareja debe utilizar algún método anticonceptivo. Sólo después del matrimonio es común que estos varones y sus parejas utilicen el preservativo en forma alternada con otros métodos tales como la píldora y el DIU; y 6) algunos varones consideran que el preservativo disminuye el placer y otros, que no es así pero, ambos, coinciden en que las ventajas que acarrea su uso son mayores que las desventajas de no usarlo. Eventualmente, prefieren sacrificar una porción de placer en beneficio de su salud y la de su pareja. En todos los casos, la decisión de utilizar preservativo -y, en términos más generales, la de decidir utilizar un método anticonceptivo y seleccionar el mismo- es resultado de un proceso consciente en el que el hombre analiza el tema desde una lógica de costo-beneficio. Como consecuencia de este análisis, el preservativo es el método elegido por los varones porque es el que mejor resuelve la ecuación practicidad-seguridad.


E: ¿Cómo decidieron qué método utilizar?

S: No hubo grandes problemas. A mí nunca me molestó usarlo [al preservativo] y a ella [mi esposa] tampoco que yo lo use. Fue cuestión de probar y aceptarlo. Y como es un método muy recomendado por médicos o ginecólogos, en general, no le vimos mucha contra.

E: Antes de elegir ese método, ¿vos lo hablabas con alguien?

S: En general uno lo habla con los amigos, ó íntimos, hermanos, primos, familiares. Y uno ve que hay consenso generalizado de utilizar este método. A pesar de que hay gente que no le guste usarlo ya que no permite contacto de piel, entonces puede ser molesto. Siempre mi idea fue bastante cerebral, a pesar de que sea un momento así... pero uno siempre tiene que pensar en las consecuencias. Hay mucha gente que por apurarse o equivocarse han traído un hijo al mundo de esa manera y a mi no me parece bien. Es una vida que uno la tiene que decidir. Quizás suena muy frío o muy matemático pero soy partidario que si uno lo puede calcular... El hecho de que la gente tenga desgracias como no poder tener hijos... pero si está en uno poder calcularlo bienvenido seaiv". (Sergio, 32 años, estrato socioeconómico medio-alto)


Las diferencias observadas entre los varones que siguen este tipo de carrera y los que responden al Tipo 5, sin dudas, están determinadas básicamente por la edad de unos y otros, es decir, por el hecho de pertenecer a generaciones que se iniciaron sexualmente en momentos históricos sociales muy diferentes y a las que, por lo tanto, la aparición del SIDA marcó de forma muy diferente en lo que respecta a sus conductas sexuales y reproductivas.

En relación con el aborto, estos varones suelen estar en contra de su práctica pero lo aceptan en casos excepcionales (ej.: cuando el embarazo es producto de una violación que sufrió la madre). A diferencia de lo que se observó en varones que siguieron otros tipos de carreras (en los que los más reacios a la práctica del aborto eran los que asumían más frecuentemente conductas de riesgo), en este caso se manifiestan en contra del aborto hombres que siempre tienen conductas preventivas del embarazo no planeado.



Reflexiones finales


A diferencia de los resultados que arroja el estudio de Zamberlin (2000), los comportamientos y motivaciones de los hombres entrevistados en la investigación cuyos resultados se presentan aquí, no hicieron posible identificar un único tipo de carrera. Se estableció que las diferencias observadas en los comportamientos y motivaciones de los hombres no podrían encuadrarse dentro del rango de “variaciones” esperables en cada fase de una carrera. Sin lugar a dudas, el factor al que se atribuyen las principales diferencias encontradas entre los hombres entrevistados es la edad de los mismos: en tanto los varones del grupo de 25 a 35 años se habían iniciado luego de la aparición del SIDA o, en el peor de los casos, apenas un poco antes de conocerse la existencia de dicha enfermedad, el grupo de los hombres de 45 a 55 años vivieron su adolescencia y parte de su juventud sin el condicionante que la existencia del SIDA generó en la vida sexual de las personas. Como consecuencia de esto, entre los hombres que utilizan preservativo, la formación de conductas preventivas surgió más tempranamente en el grupo de hombres más jóvenes que en los varones del grupo de mayor edad. Se observa que entre los varones pertenecientes a diferentes grupos etarios existen diferencias marcadas aún entre los pertenecientes al mismo estrato socioeconómico, las cuales quedan especialmente reflejadas en el hecho de que los tipos de carrera que predominan en un grupo etario no son los mismos que predominan en el otro. Más allá de esto, el estrato socioeconómico al que pertenecen los hombres también permite explicar algunas diferencias importantes observadas en los comportamientos y motivaciones de los entrevistados. Cuando se comparan los varones de distinto estrato socioeconómico pero igual grupo etario se observan algunas coincidencias: tanto entre los varones de estrato bajo como los del medio-alto que tienen entre 25 a 35 años se encontraron casos en los que el uso de métodos anticonceptivos responde al Tipo 2 de carrera; en forma similar, entre los hombres de estrato bajo y medio-alto de 45 a 55 años es posible detectar el Tipo 4. Sin embargo, es importante señalar que aún entre los hombres de la misma edad y del mismo nivel socioeconómico se encontraron diferencias que, en algunos casos, son más importantes que las que determinan los dos factores mencionados en primer término.

Comparando los seis tipos de carrera descriptos, se desprenden algunas conclusiones que merecen ser destacadas, a saber:

a) En todos los tipos de carrera, la primera relación sexual de los hombres tuvo lugar en su adolescencia con una mujer adulta. En algunos casos, el varón -o, eventualmente, un grupo de pares del mismo- tuvo la iniciativa sexual ya que esa primera relación tuvo lugar con una prostituta. Pero en otros casos, fue la mujer quién tuvo la iniciativa sexual, tratándose en estos casos de una vecina, amiga o conocida del entrevistado. El Tipo 6 de carrera se diferencia del resto justamente por esta característica: los hombres que siguen este tipo de carrera suelen iniciarse con una mujer de su edad que, habitualmente, es su novia. Sin embargo, algunos pocos entrevistados cuyas carreras se encuadran dentro del Tipo 6 presentan una variación con respecto al mismo: se iniciaron con mujeres adultas en situaciones similares a las descriptas en los otros tipos de carrera. Esta coincidencia llama la atención sobre la importancia de las condiciones en las que tiene lugar la iniciación sexual de los varones.

b) El Tipo 6 que, da cuenta de las carreras de los hombres que podríamos denominar "prolijos" en lo que respecta a la implementación de prácticas preventivas del embarazo no planeado y las ETS/SIDA, se encuentra exclusivamente entre los varones de 25 a 35 años de estrato socioeconómico medio-alto.

c) El aborto fue el tema en torno al cual resultó casi imposible establecer patrones de conducta y actitudes distintivos de cada tipo de carrera. Sin embargo, sí fue posible detectar una tendencia general. Los hombres que mostraron actitudes más permisivas respecto de las prácticas abortivas son aquellos que implementan conductas de cuidado sistemáticamente y cuya carrera se encuadra en el Tipo 6. En los restantes tipos de carreras, los hombres predominantemente se manifestaron en contra del aborto. En estos casos, además, se observó que aquellos varones más reacios a las prácticas abortivas suelen ser, a la vez, los que más se caracterizan por tener conductas de riesgo a lo largo de su carrera sexual y reproductiva.



Bibliografía


Ekins, Richard 1998 (1997) Male Femaling: a grounded theory approach to cross-dressing and sex-changing (Londres: Routledge).


Glaser, Barney y Strauss, Anselm 1967 (1967) The discovery of grounded theory: strategies for qualitative research (New York: Aldine Publishing Company).


Goffman, Erving 1992 (1961) Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (Buenos Aires: Amorrortu Editores).


Zamberlin, Nina 2000 (2000) "La otra mitad. Un estudio sobre la participación masculina en el control de la fecundidad", en Gogna, Mónica (compiladora) Feminidades y masculinidades. Estudios sobre salud reproductiva y sexualidad en Argentina, Chile y Colombia (Buenos Aires: CEDES).

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Notas


Lic. en Sociología (Universidad de Buenos Aires - UBA). Alumna de Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Actualmente se desempeña como Profesora Regular Adjunta en la Cátedra de Metodología de la Investigación e Investigadora en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires).


 El presente trabajo presenta resultados de la investigación “Comenzando a descifrar el misterio: el compromiso del varón en la salud reproductiva”, la cual se realizó en el Centro de Estudios de Población (CENEP) bajo la dirección de la autora de este artículo. Esta investigación fue financiada por la Task Force for Social Science Research on Reproductive Health de la Organización Mundial de la Salud (OMS).


 Capital Federal y partidos del conurbano bonaerense.

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iii En los hombres cuya carrera se encuadra en el Tipo 4 también es posible observar estas conductas pero las mismas recién aparecen en estadios más tardíos de su carrera.

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 Las negritas son nuestras.

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