“LA PASIÓN POR LOS PERDIDOS” (2 CORINTIOS 511 –








LA PASIÓN POR LOS PERDIDOS


(2 Corintios 5:11 – 6:2)


Introducción


Hay muchas BUENAS razones por involucrarnos en las misiones: obediencia a Cristo; el deseo de ver la Segunda Venida; el deseo de ver la Iglesia crecer; gratitud a Dios; amor por Cristo; un sentido de responsabilidad; buscar la gloria de Dios.


Hay algunas MALAS: ‘Cumplir MI llamado’; ‘Ver a MI iglesia crecer’; ‘Sentirme bien (haciendo algo útil, interesante, impresionante)’; ‘Viajar, y conocer otras partes del mundo’.


Una cosa que motivó a los grandes misioneros fue la pasión por los perdidos.

EJEMPLOS: Guillermo Carey; Hudson Taylor; David Brainerd.


Ellos seguían el ejemplo de Cristo (Mat 9:36; Lucas 15:4; 19:10). No hay cuadro más elocuente para el misionero que Cristo llorando por Jerusalén (Lucas 19:41-44). ¡Necesitamos redescubrir esa pasión por los perdidos!


Pero, ¿cómo podemos generar o despertar una pasión por los perdidos? Podríamos hacerlo considerando la condición de los pecadores:


  1. Su condición material – el pecado empobrece (Gén 3:17-19; Deut 28:15-68).

  2. Su condición social – el pecado rompe las relaciones humanas (en el matrimonio, en la familia, en la nación).

  3. Su condición moral – el pecado produce un comportamiento cada vez más degenerado (Rom 1:21-32; idolatría, inmoralidad sexual, homosexualidad, caos moral).


Estas cosas nos pueden conmover emocionalmente, pero no siempre producen una verdadera pasión por los perdidos; puede ser simplemente un ‘sentimentalismo’ humano. Necesitamos algo más profundo; necesitamos que Dios genere en nosotros una profunda pasión por los perdidos.


En 2 Cor 5:11 – 6:2, Pablo abre su corazón y nos permite ver cómo Dios generó en él una gran pasión por los perdidos. Veamos lo que podemos aprender de él.



  1. EL TEMOR DEL SEÑOR (v.11)


La palabra que Pablo usa (griego, fobos) significa ‘terror’ (Mat 14:26, “miedo”; 28:4). ¿De qué está hablando Pablo? El contexto indica que está hablando del terror relacionado con el juicio de Dios (v.10). Todo ser humano tendrá que enfrentar el juicio de Dios. ¡Será algo extremadamente alarmante (Apo 6:15-17)! Dios es un “fuego consumidor” (Heb 12:29; 10:26-27, 30-31).


Los profetas del Antiguo Testamento fueron movidos a compasión por los pecadores, porque vieron de antemano cómo sería el juicio de Dios. Jeremías fue uno de los más elocuentes (Jer 8:18 – 9:1). Cristo lloró sobre Jerusalén, anticipando el juicio de Dios (Lucas 19:41-44). Pablo no habla de llorar, pero dice “Conociendo, pues, el temor (del juicio) del Señor, persuadimos a los hombres…”. Aquí tenemos una de las cosas que motivaba a Pablo a las misiones. El terror del juicio de Dios generó en él tremenda pasión por los perdidos.


REFLEXIÓN: ¿Meditamos suficientemente sobre el juicio eterno? ¿Creemos en el infierno? Dios nos conceda un verdadero entendimiento del ‘terror’ de Jehová, y de Su juicio.



  1. EL AMOR DE CRISTO (v.14)


¿Por qué vino Cristo a este mundo? Para salvarnos de la ira de Dios. Lo hizo, llevando la ira sobre Sí mismo, en la cruz. Fue por amor que Cristo vino a salvarnos, y ese amor conmovió el corazón de Pablo: “el amor de Cristo nos constriñe” (v.14a). El verbo en griego es ‘sunejo’, que significa ‘tener junto’, con la idea de ‘presionar’. Cuando Pablo meditaba sobre el amor de Cristo para este mundo perdido, se sentía ‘constreñido’ – ‘presionado’ a predicar el evangelio, viajando por todo el mundo, sacrificándose por el bien de otros.


Pablo desarrolla su pensamiento en los siguientes versos (v.14b-15). Si Cristo murió por todos (los que creen), entonces todos (los que creen) murieron al pecado; y si es así, entonces todos (los que creen) pueden vivir una vida nueva (v.17). Pablo se emocionaba al pensar en los frutos del amor de Cristo. Eso generó en Pablo una pasión por los perdidos – por todo el potencial que había en ellos, si conocieran a Cristo; de cómo sus vidas cambiarían (económica, social y moralmente). Esa pasión por los perdidos motivaba a Pablo a las misiones.


REFLEXIÓN: ¿Hemos meditado profundamente sobre todo lo que Cristo puede hacer en la vida de las personas que se arrepienten y creen en Él?



  1. EL LLAMADO DE DIOS (v.18-20)


Pablo se conmovía al pensar en cómo Dios, en la Persona de Cristo, nos reconcilió consigo mismo (v.18a, 19a). Pero aún más, se emocionaba al pensar que Dios le había dado “el ministerio de la reconciliación” (v.18b). La palabra, “ministerio”, en griego es, ‘diakonia’. En el v.19b, extiende el pensamiento, al decir: “nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”; literalmente, la ‘puso en nuestras manos’ (‘tithemi’). No sólo a Pablo, sino a todos los creyentes.


Por eso Pablo declara: “somos embajadores en nombre de Cristo…” (v.20a). El embajador actúa como representante de un superior; pero lo hace para el bien de otros. Pablo no se regocijaba en el privilegio para él (de ser embajador), sino en la tremenda responsabilidad que tenía como embajador: “os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (v.20b).


El llamado de Dios sobre Pablo produjo en él tremenda pasión por ir a los perdidos, y anunciarles el amor de Dios expresado en la Persona y Obra de Cristo.



Conclusión


El sueño de Amy Carmichael, una misionera en la India, en 1890.





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