18 LA INTERACCIÓN ARGUMENTATIVA CHRISTIAN PLANTIN TRADUCCIÓN DE SÍLVIA








La interacción argumentativa

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La interacción argumentativa

Christian Plantin


Traducción de Sílvia Coll Vila (Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona)


Los trabajos dedicados a la argumentación se desarrollan a un ritmo muy rápido en múltiples campos disciplinarios1. Sólo se alcanza el límite del concepto cuando se sale fuera de las prácticas del lenguaje: hipnotizar no es argumentar. Esta dependencia de lo argumentativo respecto a lo lingüístico debe entenderse en dos sentidos. No sólo el discurso es el instrumento de las prácticas argumentativas —se argumenta con palabras—, sino que la propia lengua propone una serie de representaciones más o menos coherentes de esas prácticas, representaciones a las que debe reconocerse la categoría de prototeorías de la argumentación. Efectivamente, las palabras que describen las prácticas argumentativas, empezando por argumentar y argumentación2, son en un principio palabras del lenguaje común o semicomún; por esa razón, se incluyen en las redes semántico-discursivas que constituyen el amplio conjunto con contornos confusos de los “pre-juicios” de la argumentación. Por ejemplo, se puede constatar que en francés las asociaciones espontáneas en torno a la palabra argumentación van orientadas a direcciones tan distintas como las siguientes:

Ñ hacia lo lógico-cognitivo: argumentar es razonar;

Ñ hacia lo lingüístico: argumentar es producir sentido y encadenar discursos;

Ñ hacia lo social: la argumentación es una actividad vinculada a las prácticas económicas y sociales, que le dan sentido;

Ñ hacia lo ético: el problema no es tanto la argumentación en si misma como la definición de una ética social de la argumentación3.

Estas orientaciones hacia lo lógico-cognitivo, lo lingüístico, lo social y lo ético funcionan como otras tantas teorías aproximadas o semiteorías que conforman las prácticas ordinarias de la argumentación y que ciertamente no dejan de influir en las representaciones más elaboradas de esta actividad, es decir, en las teorías de la argumentación con objetivos científicos. Esto no implica en absoluto que estas teorías estén condenadas a inscribirse en el círculo de los estereotipos del lenguaje y a repetirlos. Se pueden tomar decisiones que problematicen las representaciones comunes, que las descompongan, que jerarquicen las prioridades y permitan de este modo circunscribir un objeto y modalizarlo. Cada una de estas decisiones genera una redefinición, al menos parcial, del término argumentación y debería sin lugar a dudas ir acompañado de ciertas renuncias, cuyo mantenimiento exige esfuerzo, como demuestra la experiencia.


El enfoque propuesto en los párrafos siguientes es básicamente descriptivo. Este enfoque no ubica el análisis de la argumentación en el marco de una teoría de “la argumentación en la lengua”, sino en la perspectiva de un análisis del discurso en interacciones. Las definiciones propuestas no tienen tanto como objetivo delimitar / crear un objeto que constituiría un tipo discursivo, el “tipo argumentativo”, como caracterizar una propiedad de ciertos discursos interactivos, la argumentatividad.

Según este enfoque, una determinada situación de lenguaje empieza a ser argumentativa cuando se manifiesta en ella una oposición discursiva. La comunicación es plenamente argumentativa en cuanto esta diferencia plantea un problema en forma de Pregunta-Cuestión (C) y se distinguen claramente los tres papeles actanciales: el de Proponente (P), el de Oponente (O) y el de dudar, que corresponde al Terceros (T).

1. Proponer, oponerse y dudar

El ejemplo siguiente4 permite mostrar cómo se esquematiza la configuración discursiva específica que denominamos “situación argumentativa” y cómo se distribuyen dentro de ésta los roles argumentativos, conforme a tres actos fundamentales que constituyen la esencia del debate argumentativo, proponer, oponerse y dudar. Consideremos la situación actual francesa en que “el comercio, la posesión y el consumo de drogas están prohibidos”; este enunciado expresa “el discurso dominante” (el que tiene poder) tal como se encarna en la ley y, por ello, constituye un elemento de la “doxa” francesa que afecta el estatuto de sustancias como el hachís, la cocaína, el éxtasis…5

Existe otro discurso paralelo a este primero que se orienta hacia una Propuesta que contradice a la opinión dominante y cuya formulación general es:

(P) — ¡Legalicemos el consumo de algunas de estas substancias!

Diremos que (P) desempeña el rol argumentativo de base, el de Proponente. Aquí entendemos el término Propuesta en el sentido de “idea”, “proyecto”, “oferta”, cuya formulación lingüística puede tener dimensiones variables. De ahí que hablemos generalmente de discurso de Propuesta. Sea cual sea su naturaleza, la Propuesta puede tener distintas suertes. A veces se reivindica con entusiasmo:

(P’) —¡Me parece bien la idea, estoy de acuerdo!

El interlocutor (P’) apoya la Propuesta, realiza intervenciones coorientadas con la del Proponente, es su Aliado en este rol. De forma general poseen esta función todos los interlocutores que adoptan un punto de vista favorable frente a la propuesta: repetición de eslóganes, adhesión a las formulaciones de base del discurso, aclamaciones cuando aparecen…

Por otro lado, P choca con ciertas oposiciones que se manifiestan en los contradiscursos:

(O) —¡Es absurdo! ¡Lo que está prohibido debe seguir estándolo!

Realizan la función de Oponente todos los actores que adoptan un punto de vista (o una actitud paralingüística: arrancar los carteles) negativo frente a la Propuesta. Al igual que el Proponente, el Oponente encuentra aliados, O’ O’’…, que tienen, mutatis mutandis, reacciones análogas a las que antes hemos atribuido a los aliados del Proponente. Finalmente, P suscita la duda en algunas mentes, los Terceros (T, T1…) que se adhieren a discursos dubitativos como:

(T) —Ya no sabemos qué pensar sobre esto ¿Se debe mantener la prohibición sobre todas estas substancias?

Así pues, esta pregunta se genera a partir de la contradicción discurso / contradiscurso de donde resulta el esquema siguiente:

[Discurso frente a contradiscurso] —> Pregunta-Cuestión (C)

El debate queda abierto. El Proponente debe dar argumentos a favor de la nueva idea que defiende, por ejemplo silogizando:

(P) —El hachís no es más peligroso que el alcohol, como el alcohol no está legalmente prohibido, ¡legalicemos el hachís!

En cuanto a la pregunta (C) del Tercero, el Proponente responde Sí! (= ¡legalicemos el hachís!); esta respuesta a priori no es más que la conclusión de su argumentación y la reaserción de su postura. Así pues, la estructura de este discurso argumentativo puede esquematizarse de la siguiente forma:

Pregunta —> Argumento —> Conclusión = Respuesta a la Pregunta.

El Oponente muestra que el discurso del Proponente es indefendible. Por un lado, rechaza los argumentos del Proponente (destruye el Discurso), y por otro, contraargumenta a favor de otra postura (sustituye este Discurso), tendiendo, por ejemplo, a restablecer la opinión recibida, la doxa y las prácticas que ésta defiende:

O —El alcohol forma parte de nuestra cultura, el hachís no. Si se empieza por legalizar el hachís, ¡pronto se deberá legalizar todo!

Cabe destacar que la doxa, que en cierto modo “es evidente”, debe de esta manera justificarse. Esta oposición discursiva constituye un elemento relativamente permanente del debate público. La pregunta no siempre se ha planteado con estos términos y seguramente evolucionará; las preguntas argumentativas tienen una historia.


Así, uno puede imaginarse cómo surge una cuestión inédita: consideremos, por ejemplo, la actual situación francesa, donde se admite la práctica representada por el enunciado “Las vacaciones se hacen en verano”. Supongamos que un día se levanta un locutor inspirado (P), el Proponente, y dice:

(P) —¡Hagamos las vacaciones en invierno!

Sin duda alguna, la proposición topará con oposiciones que se manifestarán en contra-discursos:

(O) —¡Es absurdo! ¡Sigamos haciendo las vacaciones en verano!

Y provocará dudas en los Terceros:

(T) —Ya no sabemos qué pensar ¿Cuándo debemos hacer las vacaciones, en verano o en invierno?

El Proponente dará argumentos:

(P) —Debemos seguir el modelo de la naturaleza. La naturaleza descansa en invierno. Hacer vacaciones significa descansar. ¡Hagamos las vacaciones en invierno!

El Oponente rechazará los argumentos del Proponente y contraargumentará:

(O) —Toda la cultura se ha construido en contra de la naturaleza, así pues, ¡vuestro ideal es reducirnos a un estado vegetal! ¿Os bañaréis en invierno? ¡Nuestros antepasados siempre hicieron las vacaciones en verano, es un legado sagrado que no debemos cambiar!

Está claro que se puede contradecir cualquier enunciado, pero además se ha de hacer, con consistencia y perseverancia para que la oposición Discurso / Contradiscurso “cuaje” realmente y para que la situación sea argumentativamente interesante.

2. Los roles argumentativos: Proponente, Oponente, Tercero

Las figuras de Proponente y de Oponente se han definido en la teoría dialéctica, que ve en la argumentación un juego entre estos dos interlocutores. Para nosotros, la argumentación es dialéctica cuando el Tercero se elimina y cada actor se atribuye un rol (“Tú Propones y yo me Opongo”), que debe mantener durante toda la “partida dialéctica”6. En la concepción retórica de la argumentación el rol del Oponente y del contra-discurso es llevado a un segundo plano; el juego argumentativo se define en primer lugar como una interacción entre el Proponente, el orador y un auditorio al que se debe convencer, el público, reducido al silencio.

El Tercero es sin lugar a dudas el blando y el indeciso, el “no sé”, el que “no opina”7, pero también el que mantiene la duda abierta para poder pronunciarse con conocimiento de causa. En este sentido y de acuerdo con los datos más clásicos, el juez representa a una figura prototípica del tercero. La noción de Tercero encarna el auditorio en lo que tiene de esencial, la actitud interrogativa y la no adhesión a una de las tesis. En la posición del Tercero se halla el que considera que las fuerzas argumentativas presentes se equilibran o, de forma más sutil, que incluso si una parece ganar a la otra, ésta no puede considerarse como nula. En última instancia, el Tercero puede corresponder a la figura del escéptico radical.

Desde esta perspectiva, todo el auditorio es mixto: además de los Terceros y sin contar a los que pasaban casualmente por allí, comprende a aliados del Proponente y del Oponente. En esta concepción dialéctica, la eliminación del Tercero implica la expulsión de la retórica y la constitución de un sistema de normas objetivas / racionales; de manera apenas figurada, podría decirse que el Tercero es sustituido en ese caso por la Razón o por la Naturaleza, o dicho de otro modo, por las reglas de la Verdad.

El Proponente y el Oponente pueden no plantearse la cuestión; incluso se podría defender que comportarse como Tercero, es decir, plantearse si la posición que uno defiende está fundamentada es una muestra de debilidad. Por principio, interrogarse es propio de Terceros. Considerar la pregunta elemento esencial del intercambio argumentativo permite dejar en manos de cada interlocutor la plena y entera responsabilidad de sus discursos; uno responderá ¡no! Y el otro ¡sí, sí! sin que ninguno de los dos pueda ser considerado sistemáticamente como falso o mala fe. En este sentido, este modelo de argumentación no es “cartesiano”8, o en otras palabras, escéptico y sofisticado, si se acepta adoptar estos términos en su acepción historica exacta.

Desde esta perspectiva, el Tercero, como persona que plantea la pregunta, tiene un rol sistémico en la interacción argumentativa. La figura del tercero hace patentes las distintas posiciones y el contacto entre los discursos contradictorios. En su forma prototípica, la situación argumentativa aparece por lo tanto como una situación de interacción entre los discursos del que Propone y los contra-discursos del que se Opone y se mediatiza mediante un discurso Tercero, y en consecuencia, por una situación “trilógica” que se encarna de forma ejemplar en el intercambio público contradictorio.

Las situaciones argumentativas reconocidas como fundamentales, el debate político y la confrontación en el tribunal, son trilógicas. En situaciones como éstas, existe sistemáticamente “tropo comunicacional”9, en el que el destinatario no es única u obligatoriamente el adversario-interlocutor, sino el público y su voto. Este tipo de enunciación pluridirigida es fundamental para la argumentación.

3. la pregunta-cuestión

La argumentación es considerada como una forma de construir respuestas a un cierto tipo de preguntas argumentativas. En un marco como éste, a priori, tendrán un valor argumentativo todos los fenómenos discursivos y paradiscursivos que se encuentren en la orientación de tales preguntas controvertidas.

En una primera aproximación, estas preguntas argumentativas se oponen a las preguntas informativas con las que se puede encadenar a la respuesta directamente (“¿Qué hora es?” “Las 8h 20” “¡Gracias!”), respuesta que satura la pregunta y la anula. Si se admiten diversas respuestas, las cuestiones argumentativas no quedan saturadas, sobreviven a las respuestas que les han sido aportadas. Son ambiguas en el sentido etimológico del término.


Los discursos argumentativos se construyen, por lo tanto bajo una doble constricción: se orientan a partir de una pregunta y se enuncian por la presión de un discurso opuesto. Ciertos fenómenos macrodiscursivos caracterizan esta situación:

Bipolarización de los discursos: atracción de los locutores que se identifican con los argumentadores más destacados, unifican su lenguaje y se decantan por uno de los discursos; simétricamente, exclusión de los que mantienen el discurso opuesto (nosotros frente a ellos).

Fenómenos de fijación: semantización argumentativa de los discursos confrontados, producción de antinomias (de “pares antagonistas”), tendencia a estereotipar los conjuntos de argumentos en guiones prefabricados (cf. Infra).

Correlativamente, aparición de mecanismos de resistencia a la refutación: tendencia a presentar las argumentaciones en forma de enunciados autoargumentados, que imitan el análisis, y por lo tanto irrefutables: “lo dice la lengua”. En particular, la pregunta argumentativa planteada por los Terceros es reinterpretada como una pregunta explicativa.

3.1 Stasis

La idea de que los discursos se oponen es una constante en la reflexión sobre la argumentación.10 La función de estructuración de la pregunta para el intercambio argumentativo se describe en la teoría de las estasis, que nos ha llegado básicamente a partir de un tratado de Hermógenes de Tarso (2ª mitad del siglo II a. JC.) cuyo título es Sur les états de cause.11 En latín, la palabra griega stasis se traduce por quaestio; en inglés, Nadeau propone issue12 y habla de “position of balance or ‘rest’ para calificar este estado. En francés, el término estasis existe en medicina:

Stase: … (1741; gr. Stasis). Méd. Arrêt ou ralentissement considérable dans la circulation ou l’écoulement d’un liquide organique. V. Congestion. (Dict. Petit Robert)

(Estasis: …Med. Detención o ralentización considerable en la circulación o el flujo de un líquido orgánico. V. congestión.)

Así pues, podríamos recuperarlo en sentido figurado: cuando los discursos que responden a una interrogación divergen, se produce una estasis. La tradición retórica prefiere que estasis se traduzca por “estado de causa”. Nosotros usaremos el término pregunta, más habitual, y que posee el mismo sentido. Existe una pregunta en el momento en que se manifiesta un desacuerdo, los interlocutores se dividen, y se bloquean permanentemente la co-construcción del discurso o la corriente conjunta acción-lenguaje. La oposición persistente discurso / contra-discurso, pone de manifiesto la existencia de una pregunta y la define:

Sólo cuando las partes dejaban de estar de acuerdo surgía el punto de debate, “la quaestio”.13 (Quintilien, VII, 1, 6)14

En este sentido, la pregunta es “el punto focal”, los discursos cuya respuesta es “ambigua”, es decir doble. Se trata de una pregunta con dos respuestas, una pregunta controvertida, por ejemplo (1997):

¿Las Naciones Unidas deben retirar sus tropas de la antigua Yugoslavia?

Los estoicos denominaban a estas “preguntas estásicas” “preguntas retóricas”.15


Ciertos conceptos esenciales para la teoría de la argumentación, como la carga de la prueba y la petición de principio deben entenderse en relación con la cuestión que organiza la argumentación.

3.2 Carga de la prueba

La carga de la prueba constituye el fundamento de la argumentación por defecto, cuya regla directriz es la siguiente: “Si no se me da una buena razón para cambiar, sigo haciendo lo mismo”16, lo que vuelve a dar una presunción favorable a la existente. La rutina y la doxa gozan de un privilegio de hecho, la iniciativa y la innovación se deben justificar; en otras palabras, la carga de la prueba (de la ofensiva) es para el Proponente. Según nuestro enfoque, a este hecho le corresponde la asimetría de la pregunta argumentativa. Aparece, por una parte, en la orientación de la pregunta que introduce concretamente los debates hacia un cuestionamiento de la Propuesta, y por otra parte, en el hecho de que esta pregunta va dirigida al Proponente, que responde el primero.17 De esta manera, en un marco teórico distinto coincidimos con las propuestas de Hamblin en su “dialéctica formal”: “The concept of Burden of Proof is replaced in this system by the somewhat simpler concept of iniciative.”18

3.2 “Ignoratio elenchi”

Se comete el sofismo denominado “de ignorancia de la refutación” (“ignoratio elenchi”) cuando se demuestra algo distinto de lo que se debe probar. Los problemas que el lógico dilucida a través de esta sentencia en realidad son complejos. A veces sucede de forma empírica que la pregunta esté relativamente estabilizada mediante los debates que organiza; en el fondo, lo que asegura la objetividad de la pregunta es el hecho de hallarse fuera del discurso de propuesta y de oposición; la estabilidad de la pregunta corresponde a los Terceros. La pregunta se estabiliza institucionalmente en ciertos lugares argumentativos, como los tribunales. En otros lugares, mantener la pregunta no puede hacerse en principio; puede desplazarse, puede transformarse y eliminarse durante el debate: puede dar lugar a otras preguntas: el estudio empírico de la argumentación debe describir en primer lugar estos hechos. Antes que hablar de “ignorancia de la refutación” (lo que constituye en nuestro marco teórico un caso típico de argumentum ad fallaciam19), nos centraremos en los procesos de reformulación, de desplazamiento de la pregunta (cf. Infra).

Además, cabe destacar que si se admite plenamente que la interacción argumentativa es una confrontación de discurso, que puede basarse en sistemas de valores incompatibles, el problema de la traducción de la pregunta en tales discursos no puede ser objeto de una decisión a priori.


Los dos ejemplos siguientes demuestran que el paso de la simple contradicción (coexistencia, eventualmente pacífica, de discursos contrarios) a la pregunta es decisivo en la argumentación.

3.3 La estrategia “¡Déjanos en paz!”

[El libro de P. Duquesne Jésus] ha escandalizado a muchos creyentes, desorientados al ver cómo se pone en duda lo que ellos consideraban (con la Iglesia) como artículos de fe. El abundante correo recibido en Pèlerin y en La Vie Catholique es una prueba de este hecho: “No perturbéis la serenidad que millones de cristianos todavía hallan en el Evangelio”, se puede leer, o: “Las afirmaciones de Jacques Duquesne constituyen un grave ataque a la fe de millones de creyentes.”

Télérama 2343, 7 dec. 1994, p. 24

La situación argumentativa ante la que nos hallamos es simple: por una parte, una Doxa, la fe cristiana en los textos del Evangelio; por otra parte, un discurso de Propuesta, el libro de J. Duquesne, Jésus. Una situación de este tipo puede originar un discurso de oposición y una pregunta, ambos defendidos por las personas interesadas, entre las que se hallan los creyentes. La primera intervención es analizada como una negativa a situarse en esta configuración argumentativa, ya sea como Terceros que transmiten la pregunta, ya sea como los que se oponen. Este rechazo ha sido etiquetado como argumentación ad tranquilitatem, o ad quietem: es el argumento “¡Déjanos en paz!” “¡Ya he tomado una decisión!”. Podría recibir el nombre de argumento del Gran Inquisidor, tomado de un ejemplo prototípico de Dostoievski; el Gran Inquisidor se dirige al Desconocido que comparece ante él:

Ñ ¿Eres tú? ¿Tú? —Pero, como no recibe respuesta, añade rápidamente—: No contestes, calla. Además, ¿qué podrías decir? Sé demasiado lo que dirías. No tienes derecho a añadir nada a lo que antes ya dijiste. ¿Por qué has venido a estorbarnos? Pues tú has venido a estorbarnos, y lo sabes.

F. Dostoievski, Los hermanos Karamázov, (trad. y notas de A. Vidal) Barcelona: editorial Planeta (1988). P. 315.


De ahí surge el problema general: ¿Se pueden plantear todas las preguntas? ¿Se puede plantear un problema sobre cualquier cosa? Aristóteles piensa que no:

Por lo demás, no es necesario examinar todos los problemas ni todas las tesis: sólo cuando la dificultad la proponen personas en busca de argumentos, y no cuando lo que requiere ésta es un castigo, o cuando basta con abrir los ojos. Los que, por ejemplo, se plantean si es necesario o no honorar a los dioses y amar a sus padres sólo necesitan una buena corrección, y los que se preguntan si la nieve es blanca o no, con mirar les basta. 20

Aristóteles, Topiques, I, 11. Trad. nueva y notas de J. Tricot, París: Vrin, 1984.


Contra esta posición, van Eemeren y Grootendorst, presentan la Regla siguiente:

Rule 1: Parties must not prevent each other from advancing standpoints or casting doubts on standpoints.”

F. van Eemeren & R. Grootendorst, 1992: Argumentation, Communication and Fallacies, Hillsdale, N. J.: Lawrence Erlbaum, p. 209.

Podemos ver, tal como era de esperar, que afortunadamente la noción de cuestión argumentativa también es operativa dentro del mismo campo argumentativo.

3.4 Paradoja de la argumentación: contradecir es confirmar

El acto de oponerse genera una cuestión que, de rebote, establece una cierta equivalencia entre discurso y contra-discurso. Así, en cierto modo, contradecir un discurso es validarlo; pero no hacerlo, todavía lo valida más. ¿Qué sucede en el caso de discursos aberrantes como el discurso negacionista? ¿Es necesario “argumentar a pesar de todo”?

Dudé mucho antes […], de escribir estas páginas del supuesto revisionismo, acerca de una obra cuyos editores dicen sin bromear: “los argumentos de Faurisson son serios. Es necesario darles una respuesta.” Los motivos para no hablar eran diversos, pero de desigual valor. […] ¿Por último, responder no significaba acreditar que en efecto existía debate, y dar publicidad a un hombre que está ansioso por tal debate? […]

La última objeción es en realidad la más grave. […] Es cierto que intentar debatir supondría admitir el argumento inadmisible de las dos “escuelas históricas”, la “revisionista” y la “exterminacionista”. Habría, como se atreve a escribir una octavilla de octubre de 1980 […], “los partidarios de la existencia de las “cámaras de gas” homicidas” y los otros, como existen criterios cronológicos distintos en los métodos históricos. […]

Desde el momento en que R. Faurisson, universitario debidamente cualificado, profesor de una importante universidad, pudo expresarse en Le Monde, con riesgo de ser rechazado inmediatamente, la cuestión dejaba de ser marginal para convertirse en central, y los que no poseían un conocimiento directo de los acontecimientos en cuestión, sobre todo los jóvenes, tenían derecho a pedir si pretendían esconderles algo. De ahí surge la decisión de responder por parte de Les Temps modernes y de Esprit.

¿Cómo se puede responder, si la discusión es imposible? Procediendo como se hace con un sofista, es decir con un hombre que se parece al que dice la verdad y cuyos argumentos es necesario desmontar pieza a pieza para desenmascarar el falso pretexto.

P. Vidal-Naquet, “Un Eichmann de papier”, en Les assassins de la mémoire, París: a Découverte, p. 11-13.

4. Actantes y actores de la argumentación

La noción de rol argumentativo conlleva una distinción fundamental entre los actantes (Proponente, Oponente y Tercero) y los actores de la comunicación argumentativa, que son los individuos concretos que se encuentran en la comunicación. Estos actores pueden ocupar sucesivamente cada una de las posiciones argumentativas (o roles actanciales). Por ejemplo, un actor puede abandonar su discurso de oposición por un discurso de duda, es decir puede pasar de la posición del Oponente a la del Tercero. O incluso puede convertirse en uno de los propagandistas más activos del discurso de Propuesta debido a una revelación o por el peso de los argumentos. Del mismo modo, un actor en la posición del Tercero puede renunciar a sus dudas para situarse al lado del Proponente o del Oponente. Por último, se encuentran casos en que un actor en posición de Proponente manifiesta dudas acerca de la justeza de esta posición, así pasa a la posición de Tercero, y este recorrido puede prolongarse hasta la posición de Oponente, desde donde combate el discurso que él mismo ha contribuido a presentar.

De forma recíproca, la misma posición de actante argumentativo puede estar ocupada por numerosos actores, es decir por diversos individuos aliados. Por lo tanto, el estudio de la argumentación se interesa tanto por los sistemas de anti-enunciación como por los de coenunciación.

La distinción entre actantes / actores nos lleva a un problema clásico: ¿la argumentación es en esencia guerrera o pacífica?, y a matizar el famoso eslogan que extrañamente es muy apreciado “la argumentación es la guerra”. En la discusión sobre este problema, es necesario no confundir la oposición entre discurso —entre actantes— y las colaboraciones eventuales u oposiciones entre personas —entre actores. La situación de argumentación que acabamos de definir sólo es conflictiva cuando los actores se identifican con los roles argumentativos21. En el caso más evidente, el de la deliberación interior, el mismo actor puede pasar pacíficamente por todos los roles. Si un grupo muy vinculado por un interés común examina una cuestión poniendo en juego este interés común, puede suceder también que sus miembros examinen sucesivamente las distintas respuestas posibles a esta cuestión y los argumentos que las defienden. Durante este proceso, recorren de forma metódica las distintas posiciones actanciales, sin identificarse claramente con una de ellas y sin que los actores sean obligatoriamente antagonistas. Por razones teóricas y empíricas, la polémica no es pues inherente a la situación argumentativa. Sus condiciones de aparición en una determinada interacción deben en primer lugar ser objeto de investigaciones empíricas.

Una posición como ésta es neutra en el plano heurístico. Se puede pensar que la cooperación y la búsqueda del consenso son una manera privilegiada de llegar a la verdad, o que, tal como piensan Bachelard y Popper, el rechazo del consenso y la práctica de la refutación desempeñan una función esencial en la construcción de los conocimientos.


Finalmente, cabe destacar que en una interacción comunicativa concreta, los roles argumentativos se articulan con otros roles: lingüísticos, institucionales, sexuales, políticos, etc. Una de las tareas del análisis argumentativo es precisar cuáles son las modalidades de esta articulación

5. Lugares y guiones argumentativos

No todas las preguntas tienen la misma consistencia. Algunas se resuelven en un periodo relativamente corto (¿Quién va a tirar la basura?); otras no pueden resolverse en un marco privado y son llevadas ante instituciones especializadas (por ejemplo, se hace intervenir a una instancia de conciliación para determinar el precio de un alquiler). Podemos llamar lugares argumentativos a estos emplazamientos que organizan el debate y permiten tratar ciertas cuestiones en función de las normas de una cultura.

Ciertas cuestiones sólo pueden tratarse “fuera de lugar”; por ejemplo, en la sociedad francesa no existe ningún lugar habilitado para tratar cuestiones como la siguiente: “¿El cúmulo de desgracias que me suceden es debido al mal de ojo que me ha echado mi vecina?”, ni para facilitar la expansión de los discursos opuestos que puedan relacionarse con ellas.

Cabe destacar que la pregunta crucial de la carga de la prueba no sólo está relacionada con el estado de la opinión general (la doxa) en el momento de la discusión, sino también con el lugar donde se produce la discusión.


A partir del momento en que las preguntas quedan abiertas, atraen argumentos. Entonces se constituyen los guiones argumentativos, vinculados a los roles de Proponente y de Oponente. Estos guiones (o argumentaciones) proporcionan el “stock” de argumentos sobre el fondo, utilizables surge la pregunta, la partitura que los actores de un intercambio específico realizarán con mayor o menor fortuna. El guión argumentativo puede ser actualizado en cualquier momento y en distintos lugares. La discusión sobre la legalización de la droga en Francia, por ejemplo, puede lanzarse en lugares tan distintos como un vagón del metro, la mesa de una familia, el bar de la esquina, la sala polivalente, la sede del partido donde se presenta la posición oficial, la Comisión legislativa, la Asamblea Nacional, los medios de comunicación, etc.; algunos de estos foros están destinados a la manifestación de discusiones y tienen un poder decisivo, otros no y tienen más como objetivo la ampliación del debate que su conclusión.

Veamos ahora un ejemplo de un guión argumentativo. F. Mitterrand, presidente de la República Francesa desde 1981 hasta 1995, murió en enero de 1996. Algunos días después de su muerte, su médico personal, el doctor Gubler, publicó un libro en el que “revelaba” que su ilustre paciente padecía un cáncer desde 1982; ahora bien, F. Mitterrand había sido elegido presidente en 1981. La polémica que instantáneamente se levantó corresponde al guión argumentativo que presentamos a continuación:

Guión de Propuesta:

El doctor Gubler se equivocó al publicar su libro sobre el estado de salud del presidente.

- Como médico, Gubler está sometido al secreto profesional.

- El secreto profesional no admite ninguna excepción; si no, ¿hasta dónde llegaremos?

- No era el momento más adecuado, Gubler no hubiera debido publicar este libro justo después de la muerte del presidente.

- Gubler actuó por despecho.

- Gubler traicionó la confianza del presidente.

- … de todas formas, todo el mundo lo sabía…

Guión de Oposición: — No, él tenía razón.

- Cuando el paciente está muerto, el secreto profesional no tiene sentido.

- No se trata de un paciente cualquiera.

- La gente tiene derecho a saber.

- Como ciudadano, Gubler tiene derecho a expresarse.

- Antes de su elección, Mitterrand se había comprometido a publicar regularmente su parte facultativo.

- En este caso, el tema va más allá del secreto profesional.

- Gubler estaba estresado por la mentira por omisión que se le había impuesto.

- … de todas formas, todo el mundo lo sabía…22

Pregunta: — ¿El doctor Gubler es censurable por haber publicado su libro sobre el estado de salud del presidente?


Este guión argumentativo ha sido creado a partir de los medios de comunicación y de algunas discusiones privadas. Está formado por el conjunto de los lugares comunes vinculados a la pregunta argumentativa, que forman el esqueleto de cualquier discusión sobre el tema. Recapitula y esquematiza las discusiones a partir de las que se ha creado y a las que debe alimentar. Este guión no sólo conlleva argumentos, sino también elementos de refutación y de contraargumentación.


El guión argumentativo constituye un elemento determinante, pero no único, de los discursos argumentativos concretos. En una discusión particular, aparecerán otros argumentos, en función de las circunstancias de la interacción y estrechamente relacionados con las palabras de los interlocutores (“¡De todas maneras tú, cuando se trata de Mitterrand, pierdes cualquier sentido crítico!).

6. Grados y formas de argumentatividad

El análisis argumentativo clásico se interesa por objetos “micro”, como el encadenamiento de dos enunciados o el breve párrafo argumentativo. La concepción de la argumentación como modo de interacción de discursos contradictorios problematizados por una pregunta-cuestión ofrece un ámbito más amplio a los estudios de la argumentación. Se trata del estudio de la forma y del grado de argumentación de una situación de comunicación concreta. El discurso, el contra-discurso y la pregunta son los elementos fundamentales cuya presencia o ausencia y cuyo modo de articulación permiten esta evaluación. La primera labor del análisis argumentativo es describir la configuración precisa del caso que se examina, en función de preguntas de investigación como las siguientes.

-- Si se trata de un monólogo que justifica una posición, se postula que esta justificación responde a una oposición implícita y que existe en alguna parte un contra-discurso y una posibilidad de duda; de ahí surgen las preguntas siguientes: ¿Qué estatuto concede este monólogo al contra-discurso y a la duda sobre la posición que defiende? En otras palabras, ¿Presta la voz a los que se Oponen y a los Terceros? ¿Cómo son presentes en escena?

-- Si se trata de una interacción, ¿en qué roles argumentativos intervienen los actores presentes? ¿La interacción se produce en presencia / en ausencia de los que se Oponen? ¿Quién está aliado a quién? ¿Cómo se manifiestan las alianzas? ¿Los actores tienen la posibilidad de cambiar de rol argumentativo? ¿Si es así, efectivamente algunos actores cambian realmente de rol?

-- ¿La pregunta está estabilizada? ¿Sufre transformaciones durante el debate? ¿Ha dado lugar a preguntas derivadas? ¿Cuáles?

-- ¿La finalidad fundamental de la interacción es el tratamiento de la cuestión? ¿Existe un guión sobre esta cuestión? ¿Se está formando o ya está formado?

-- ¿Cuál es la naturaleza del lugar en el que se desarrolla la argumentación? ¿Se trata de un lugar argumentativo institucionalizado? ¿Cómo funcionan los turnos de palabras? ¿Cuáles son las funciones institucionales en ese lugar? ¿Cómo se articulan en relación con los roles argumentativos?

-- Por último, se puede considerar la constitución de series diacrónicas de corpus argumentativos (¿Cuándo y cómo esta pregunta ha aparecido, ha evolucionado y ha desaparecido?) o sincrónicas (¿En qué lugar se debate la cuestión? ¿Cuáles son los conjuntos de argumentos y cómo varían según los lugares? ¿Qué actores se hacen cargo de los argumentos? ¿Cómo se articulan en cada lugar, oralmente o por escrito?


todas las tareas que sugieren estas preguntas se añaden evidentemente a los trabajos clásicos de análisis argumentativo, que consisten en identificar, describir, clasificar y, según dicen, evaluar los argumentos.




Antiphon, Disc., Discours suivis de Fragments d’Antiphon le Sophiste, trad. de L. Gernet, París: Les Belles-Lettres, 1923.


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Transformación estratégica de la cuestión


PR Si es posible ir a una conciliación es nuestro objetivo entonces examinamos su solicitud euh:: la solicitud que hizo el inquilino se constato que:: hubo un primer aumento en noviembre 82 que era de 8,52 que era conforme a la legislación y se percib- constató que el segundo aumento en cambio no estaba conforme con la legislación ya que heu el indicio del primer trimestre utilizado para ese aumento de 83 muestra un incremento de 7,03 que se tiene que reducir a 80% es decir 5,62 entonces se pide heu

INQ mmh


PR la aplicación de la legislación todas los:: comisarios están de acuerdo en eso y nos parece posible que: aplicando la legislación bueno

parece que. se

RGI mmh mmh


PRE no se hace más que:: respetar los derechos de cada uno entonces: pienso que ahí

RGI mmh


PRE es posible enfin le dejo la palabra si quieredarnos la

RGI no no yo no pedí


PRE no tiene nada que agregar por lo tanto le dejamos la palabra

INQ no no


PRE si tiene

INQ yo quiero agregar simplemente que sí hubo gastos



Situación

Se trata de un conflicto a propuesto del alquiler.

Este conflicto es examinado por una “Comisión de conciliación”

La Comisión cuenta 11 miembros

- las dos personas en conflicto, la inquilina (INQ) y el Regidor, (RGI), representante del propietario

- Cuatro representantes de las Asociaciones de inquilinos. El Presidente de la comisión pertenece a una de esas asociaciones.

- Cuatro representantes de las Asociaciones de propietarios. El vice-Presidente de la comisión pertenece a una de esas asociaciones.

- Un representante de la administración

El Presidente abre la sesión con la palabras siguientes.


NB

El termino francés “question” se traduce por “cuestión” y por “pregunta”

En Mexico, la palabra “pregunta” es la mäs usada.

- se contesta a una pregunta, no a una cuestión

- - se soluciona a una cuestión

- un cuestionario connota un problema

(el profesor entrega custionarios)



1 Los trabajos recientes en argumentación afectan al derecho, a la sociología y a la psicología, a la lingüística de la lengua y de las interacciones, a las ciencias cognitivas, a la lógica, a la retórica y a la dialéctica, a la epistemología, a la filosofía del lenguaje y del diálogo, a las ciencias políticas…; y la variedad metodológica responde a la diversidad de los campos. Así pues, convendremos en que no siempre es fácil orientarse en estas investigaciones.

2 También son palabras argumentativamente orientadas: “A mis argumentos, mi adversario contesta con sus argucias”: Asimismo, términos y expresiones como amalgama, sofisma, mala fe, polémica… son, en primer lugar, descripciones argumentativas de prácticas argumentativas. Cf. Ch. Plantin, “L’argument du paralogisme”, Hermès 15, 245-262.

3 Cf. Ch. Plantin, La Argumentación, Barcelona: Ariel, 1998, cap. 3 §B.

4 Se halla analizado con más detalle en Ch. Plantin, 1993: “Situation rhétorique”, Verbum, Rhétorique et sciences du langage, 1-2-3 p. 229-239; 1994: “L’ambigüité lexicale dans l’interaction argumentative”, D. Flament-Boistrancourt (ed.), Théories, données et pratiques en français langue étrangère, Lille: PUL, p. 143-168.

5 El término griego “doxa” significa básicamente “opinión”. Aristóteles definió en el principio de su obra Tópicos los “endoxa” (“opiniones probables” o “ideas admitidas”) como “las opiniones compartidas por todos o casi todos los hombres, o por los que representan la opinión ilustrada y en lo que se refiere a estos últimos, por todos, o por casi todos, o por los más conocidos y admitidos por su autoridad”. Véase sobre este tema P. I. Von Moos, “Introduction à une histoire de l’endoxon”, en Ch. Plantin (ed.) Lieux communs, topoi, stéreotypes, clichés, París: Kimé 1993.

6 En cuanto a la noción de “juego dialéctico”, véase Brunschwig, J. “Introduction” en Aristóteles, Topiques, París: Les Belles-Lettres, 1967. Para una aproximación dialéctica de la argumentación, véase van Eemeren, F.; Grootendorst, R. 1996: La Nouvelle dialectique [Trad. de Argumentation, communication, fallacis], París: Kimé.

7 O el que quiere mantenerse “Au dessus de la mêlée”, “Mas allá de la guerra”

8 “Siempre que dos hombres formulan juicios contrarios sobre el mismo asunto, es seguro que uno de los dos se equivoca. Más aún, ninguno de los dos posee la verdad; pues, si tuviera una idea clara y evidente, podría exponerla a su adversario de modo que terminara por convencerlo.” Cf. Ch. Perelman & L. Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación – La nueva retórica (trad. y notas de J. Sevilla Muñoz) Biblioteca Románica Hispánica: editorial Gredos. Madrid (1989) “Introduction”.

9 C. Kerbrat-Orecchioni, La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires: Colección Hachette (Trad. y notas de G: Anfora y E. Gregore). O. Ducrot, “Esquisse d’une théorie polyphonique de l’énonciation”, Le dire et le dit, París: Minuit, 1984, cap. 8.

10 Véase por ejemplo Antiphon, Discours suivis de Fragments d’Antiphon le Sophiste, trad. de L. Gernet, París: Les Belles-Lettres, 1923.

11 M. Patillon, 1988, La théorie du discours chez Hermogène le rhéteur, París: Les Belles-Lettres.

12 R. Nadeau, 1964: “Hermogenes’ On stases: A translation with an introduction and notes”, Speech monographs 31, 4, p. 361-424. (p. 366) – O. A. L. Dieter, 1950, “Stasis”, Speech Monopraphs 17, p. 345-369.

13 Las citas no traducidas han sido realizadas por la traductora del artículo.

14 Quintiliano, Institución oratoria, París: Les Belles-Lettres, 1975.

15 Pueden tener diversos grados de abstracción, que corresponden a formulaciones más o menos generales. La teoría de los estados de causa tiene como objetivo construir una tipología de estas preguntas y, en particular, agrupar las preguntas susceptibles de definir un ámbito discursivo determinado. Constituyen los “lugares comunes” de este ámbito. En este sentido, un lugar común es una pregunta posible, formulada de forma general, que puede o no actualizarse en una pregunta real y precisa, principal o secundaria y en una discusión. Según la práctica general de la retórica antigua, los ejemplos discutidos por la teoría de las estasis son en primer lugar de orientación judicial. R. Nadeau ha compilado la lista de las preguntas-clave del discurso político, aplicables al ejemplo citado anteriormente. Este tópico del discurso político es el siguiente: ¿Es justo? ¿Es legal? ¿Es eficaz, útil? ¿Es necesario? ¿Es seguro? ¿Es posible, factible? ¿Es fácil? ¿Es honorable? ¿Es agradable? ¿Cuáles van a ser las consecuencias? Este tópico podrá aplicarse a la pregunta política que hemos planteado anteriormente.

16 ¿A qué se opondría un topos del tipo “Todo nuevo, todo bonito”: “Es diferente, por lo tanto es preferible”, como en la lectura argumentativa de “Es estupendo, acaba de salir”.

17 Se trata evidentemente de un rol del que Propone en función de una pregunta; si se cambia de pregunta, la función del que Propone se debe atribuir a otra cuestión.

18 Hamblin, C. L., 1970, Fallacies, Londres: Methuen, p. 274.

19 Cf. Nota 2.


20 Perelman & Olbrechts-Tyteca dicen simplemente: “Hay seres con los cuales todo contacto puede parecer superfluo o poco deseable. Hay seres con los que nos preocupamos por dirigirles la palabra. Hay también seres con los que no queremos discutir, sino que nos contentamos con ordenarles.”, Tratado de la argumentaciónLa nueva retórica. p.50

21 Es siempre el caso cuando la cuestión que se debate desempeña un rol esencial en la estructuración de los argumentadores. Entonces, nos hallamos ante situaciones como las que prevé D. Mainguenau, Sémantique de la polémique, Lausanne: L’Age d’Homme.

22 “Por sabido se calla”







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