LOS ESPEJOS TAMBIÉN SE COMPORTAN COMO LAS PERSONAS UNOS

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LOS ESPEJOS TAMBIÉN SE COMPORTAN COMO LAS PERSONAS UNOS





Se trata de un texto periodístico de opinión publicado por El País

Los espejos también se comportan como las personas: unos nos quieren, otros nos odian, otros simplemente nos ignoran. Todos tenemos al menos un espejo que es nuestro amigo íntimo. Cuando entro por las mañanas en el baño veo en la repisa del lavabo frascos de cremas y colonias con nombres de dioses. En medio de este Olimpo cosmético y envasado me afeito contemplando mi rostro en un espejo muy amigo que se porta bien conmigo: hace que me acostumbre lentamente a la crueldad del tiempo. Por eso le amo. Lo elegí entre otros muchos. Este espejo no sólo devuelve mejorada mi imagen: también busca el residuo de viejos ideales que haya podido quedar en mi interior para rejuvenecer con ellos mi cara Pero caminando por la calle a lo largo de los escaparates uno se vuelve a crear a si mismo. De pronto en la luna de una mercería te enfrentas con ese desconocido que tú eres. Le miras de reojo y ves que su silueta aún es aceptable; en el siguiente escaparate lo descubres como un ser derrotado, en otro percibos por primera vez que ya camina como un viejo, en otro él se esfuerza por pasar con la tripa metida, en otro yergue la espalda para simular que es un ciudadano jovial. Las distintas imágenes que a uno le devuelven esos cristales pueden ser amables, indiferentes o desoladas. Por fin concluyes que la vida no es sino ir reflejando tu figura en d escaparate de los demás como una mena que con el tiempo va generando menos interés en ser adquirida hasta que un día te encuentras formando parte de una rebaja de grandes almacenes. Pero existen otros espejos que son enemigos declarados. De pronto al entrar en un probador te sientes acuchillado por la espalda. Son innumerables los crímenes que los espejos de los probadores han cometido. Algunas personas se han salvado huyendo de allí en calzoncillos, aunque son muchas más las que han perecido con el ego destrozado dentro de esos cubículos de las tiendas de ropa entre lunas que no cesan de dar cuchilladas desde los cuatro ángulos.

( Manuel Vicent: "Espejos", El País, 23 de enero de 2000).


COMENTARIO Nº5: “Los espejos también (…)”, Manuel Vicent


RESUMEN:


Las personas, como si de espejos se tratara, proyectan la imagen de aquellos que hay a su alrededor. Hay tres tipos de espejos: el íntimo, que mejora la imagen; los de la calle, que ofrecen distintas imágenes; y los de los probadores, que presentan una imagen destructiva.


TEMA:


Proyección de la propia imagen ante los demás.


ESTRUCTURA:


Aunque externamente se diferencia un único y extenso párrafo, internamente se pueden distinguir dos núcleos temáticos principales, que recogen la tesis del autor y los diferentes tipos de espejos o argumentos:

  1. Los espejos son como las personas (líneas 1-2).

  2. Hay tres tipos de espejos (líneas 2-31).

2.1. Los espejos amigos tienen un efecto beneficioso (líneas 2-11).

2.2. Los espejos de los escaparates sacan a relucir los defectos (líneas 11-24).

2.3. Los espejos de los probadores pueden matar (líneas 24-31).

Constituye así una estructura deductiva con introducción pero sin conclusión.


COMENTARIO CRÍTICO:


Se trata de un texto periodístico de opinión publicado por diario El País. Es, concretamente, una columna titulada Espejos donde el escritor Manuel Vicent explora las relaciones interpersonales desde un planteamiento poético.

Haciendo un símil entre los espejos y las personas, y describiendo los tipos de espejos o personas con que uno puede encontrarse, del más benévolo al más cruel, expone la tesis de la vida consiste en reflejarse en los demás, llevando esto a consecuencias variadas.

Sería un texto de finalidad persuasiva, pues pretende provocar una reflexión en el lector; así como expositivo-argumentativo, destacando la faceta argumentativa, ya que se estructura en torno a la tesis, sirviendo las explicaciones y descripciones para sostenerla.

Prevalece la función poética, pues la columna constituye, en su totalidad, una metáfora, aunque se pueden hallar trazos asimismo de la función representativa (explicaciones y descripciones) y expresiva (se transmite una opinión).

A pesar del carácter literario fruto de la profesión del autor, el texto se presenta asequible para una persona de nivel medio. Los elementos de la metáfora, en que “espejos” constituiría el término ficticio que sustituye a la realidad “personas”, se comprenden fácilmente al estar tomados de situaciones cotidianas y sentimientos típicos asociados a la imagen exterior. Aparecen también la ironía y el tono cómico en algunos pasajes. Se muestran estos rasgos al, por ejemplo, mencionar los objetos de baño (“…ese Olimpo cosmético y envasado…”). El léxico sencillo y el uso de la primera persona (“nos quieren”, “me afeito”) y de la segunda (“miras”, “encuentras”) contribuyen a conectar con el lector.

Diversas teorías sociológicas sostienen que la opinión que los demás tienen de nosotros o, más bien, la opinión que nosotros percibimos que los demás poseen de nosotros resulta determinante no sólo para la configuración de la personalidad, sino también, y especialmente, para lograr o no un autoestima alto. Por ejemplo, se han llevado a cabo experimentos que han desvelado que el individuo, puesto en una situación peligrosa junto a otros congéneres, no actuará para salvarse hasta que otro lo haga, por miedo al ridículo.

Sin llegar a casos tan extremos, es evidente que las relaciones que establecemos con otras personas, ya sean pasajeras o duraderas, influyen decisivamente en la personalidad. Desde la infancia hasta la madurez, el deseo de ser aceptado por el grupo lleva al individuo a modificar su comportamiento hasta desempeñar el rol social que le ha sido reservado.

No obstante, bajo mi punto de vista, la importancia que las relaciones interpersonales guardan en nuestra vida depende de la manera que nos enfrentemos a ellos y, en último término, de la fuerza mental. Es por ello que los adolescentes son más manipulables que adultos con su personalidad perfectamente definida. Asimismo, hay que aprender a discernir entre las amistades que aportan enseñanzas y valores positivos de aquellas que sólo proporcionan diversión fugaz y mundana. Y al pasar el tiempo, cuando, como dice el texto, sólo queden aparentemente los despojos de aquello que un día fuimos, nos daremos cuenta de los aciertos y los errores que valieron la pena, de los amigos que quedan para recordarnos lo valioso que escondemos.

Porque son estas personas las que nos enseñan que nuestro aspecto físico no es lo importante, sino que lo que prima son las vivencias compartidas. Es por ello que la imagen no ha de preocuparnos y, si bien puede ayudarnos en cierta medida a mejorar nuestra autoestima, no debe convertirse en una obsesión enfermiza. Hemos de zafarnos de los peligros de la sociedad de la imagen en que nos vemos inmersos, en que somos juzgados y encasillados según lo que parecemos y no lo que somos en realidad.

En conclusión, Manuel Vicent, a través de una bella metáfora poética, acerca al público un tema inmortal y vital como es el papel determinante que las relaciones interpersonales juegan a lo largo de nuestra existencia.


Nieves Marín Cobos





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