LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA ALMEJA AMARILLA POR JOSÉ

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La situación actual de la almeja amarilla

La situación actual de la almeja amarilla  

Por José Dadon

 

A lo largo de las décadas, este recurso ha sido sucesivamente ignorado, explotado, sobrexplotado, protegido parcialmente y bajo protección total. Llegó a ser el segundo molusco en importancia comercial del país, pero ahora es un recurso en riesgo de extinción. La almeja amarilla es un ejemplo de los problemas de gestión de los recursos costeros de libre acceso.

 

Los recursos costeros proporcionan bienes privados y bienes públicos; en este último caso, su disfrute debe pertenecer a todos, pero sin una adecuada gestión, estos bienes públicos pueden ser sobrexplotados y perder su carácter duradero. Tal es el caso de muchos moluscos costeros, entre ellos, la almeja amarilla. La distribución original de este bivalvo en nuestro país abarcaba dos grandes sectores: los actuales partidos de La Costa, Pinamar, Villa Gesell y Mar Chiquita, al norte, y desde Necochea hasta el extremo austral de la Provincia de Buenos Aires, al sur.

 

La explotación en gran escala comenzó en la década de 1940. Los rendimientos crecientes de esa época se debieron a dos factores: aumento en el esfuerzo de captura y ampliación del área de extracción. La explotación comenzó en las playas del norte de Buenos Aires y en 1946 se alcanzó al área máxima. El Reglamento de la Ley n° 4416 de la Provincia de Buenos Aires y las modificaciones introducidas por la Ley de Pesca N° 4696 del año 1942 permitían sólo la extracción “mediante implementos simples de uso manual”, y contemplaba la explotación por secciones con objeto de permitir la recuperación de los bancos. 

LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA ALMEJA AMARILLA POR JOSÉ



Foto: Mabel Salinas







LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA ALMEJA AMARILLA POR JOSÉ

























Figura 1. Captura (en toneladas) de almeja amarilla durante el período de explotación comercial (según Coscarón, 1959).

En1946 el Departamento de Caza y Pesca de la provincia estableció un cupo de pesca anual, que se cubriría con permisos otorgados a interesados que deberían extraerla personalmente. Ese año se incorporaron nuevas áreas de explotación, incluyéndose prácticamente todo el rango geográfico de esta especie. A partir de 1946 la producción presentó un aumento real por unidad de área. Ese incremento fue impulsado por el desarrollo de la industria conservera, generándose así un aumento en la demanda que fue conocido como la "fiebre de la almeja". Como ejemplo de la intensidad en la extracción, cabe mencionar que en muchos casos se utilizaban máquinas topadoras para reemplazar a la tradicional extracción artesanal (manual) de estos bivalvos, a pesar de que esta última era la única legalmente permitida. Esta situación llevó rápidamente al colapso del recurso.

Diversos estudios atribuyeron esta disminución a la captura turística, la explotación furtiva, la extracción de arena para la construcción, el tránsito vehicular por las playas y el grado creciente de urbanización del cordón costero bonaerense. 

En 1953 se obtuvo el máximo valor de extracción (1.079 toneladas), valor que ubicó a esta especie segunda detrás del mejillón (1.390 toneladas) entre los moluscos bajo explotación comercial. A partir de ese pico máximo, se hizo evidente una seria disminución de los efectivos que llevó a vedar su explotación en el año 1956, a fijar un cupo de extracción de 45 toneladas en 1957 y a decretar una veda total por diez años a partir de 1958; finalmente, se decretó una veda permanente para la explotación comercial por el Decreto-Ley 14.410. Esta veda prohibía la extracción de almeja amarilla con fines comerciales pero permitía la extracción de hasta 2 kg por día por persona para consumo, medida destinada a favorecer al turismo de la zona.

La pesquería recreativa reemplazó a la pesquería artesanal durante varias décadas. A pesar de las restricciones impuestas a esta pesquería, la almeja amarilla fue desapareciendo paultinamente de las playas que solía frecuentar. Al finalizar la temporada turística, los bancos resultaban diezmados, persistiendo sólo los más alejados de las playas turísticas. Puede mencionarse como ejemplo lo ocurrido en Mar Azul. En la década de los sesenta era una de las áreas con mayores densidades de este bivalvo, pero en los noventa había desaparecido por completo. En esa década, el recurso había disminuido tanto en extensión como en abundancia en el sector sur bonaerense, mientras que en el sector norte encontraba casi exclusivamente en el Partido de La Costa y, eventualmente en Mar Chiquita, faltando por completo en Pinamar y Villa Gesell.

En la primavera de 1995 una mortandad masiva afectó a casi todas las playas almejeras de Argentina. El único banco que no fue afectado se encontraba en el área de San Blas (en el extremo austral del rango de la especie) y tenía una extensión de unos pocos kilómetros. Las causas de la mortandad todavía se ignoran, pero lo que sí parece seguro es que fueron causas naturales. 

Es probable que esta mortandad tenga relación con mortandades masivas que afectaron a esta especie en 1993 en playas de Brasil y 1994 en playas de Uruguay.  La mortandad masiva de 1993 se extendió por 350 km (30° - 33°S), mientras que la de 1994 afectó las playas almejeras del sur de Brasil (12 km) y de Uruguay (22 km). Si bien es común que se observen mortandades masivas en los bivalvos de playa, es extraordinario que mortandades sucesivas terminen afectando a una especie en todo su rango geográfico en tan poco tiempo, como ocurrió en este caso.

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Foto Marcos- Mar del ajó

A raíz de la mortandad masiva de 1995, se estableció en noviembre de 1996 la veda total por tiempo indefinido por Resolución N° 956 de la Dirección de Pesca Provincial. Esta resolución ha sido reafirmada desde entonces por varias ordenanzas municipales. Sin embargo y a pesar de la veda absoluta, la almeja amarilla se encuentra aún en estado crítico. El Laboratorio de Ecología Marina de la Universidad de Buenos Aires desarrolla un plan de monitoreo a largo plazo de la especie en el sector norte, con el apoyo de municipalidades locales. El programa de monitoreo hace especial hincapié estudiar el reclutamiento, determinando para ello la densidad de almejas de pequeña talla (hasta 20 mm de talla) que aparecen cada año, lo que permite si la cantidad de almejas de tallas mayores aumentará en los próximos años. Los resultados indican que, si bien existe un buen reclutamiento en muchas playas, las almejas de tallas medianas y grandes siguen siendo escasas y desaparecen rápidamente, probablemente debido a la extracción ilegal. Más del 70% de las almejas grandes desaparecen apenas comienza la temporada turística. A pesar de ser ilegal, la extracción de almejas es aún una actividad muy común en nuestras playas. Contribuyen a ello varios factores, el principal de los cuales es la falta de difusión de las normas vigentes. La almeja amarilla es un atractivo turístico más de esas playas, tanto como la pesca y los baños de sol, y es necesario explicar muy claramente que la accesibilidad de este recurso no implica su libre disposición, por lo menos mientras las posibilidades de recuperación sean inciertas.

La almeja amarilla ha pasado en menos de setenta años de ser un recurso ignorado a encontrarse en una situación extremadamente crítica. Como hemos visto, las decisiones necesarias para la explotación óptima del recurso fueron tomadas cuando éste ya se había sobrexplotado y las sucesivas vedas no previnieron la declinación de la especie y su desaparición de áreas otrora muy productivas, en especial por las dificultades en la implementación de métodos de vigilancia y control que prevengan la extracción furtiva. Es evidente que es más efectivo recurrir a la colaboración voluntaria de residentes locales y turistas para prevenir dicha extracción ilegal que intentar una vigilancia diurna y nocturna, permanente todo el año, a lo largo de los 350 km de playa que habita esta especie. Es por ello que la tarea que tenemos pendiente es informar ampliamente sobre su estado actual y solicitar la colaboración voluntaria y activa para conservar esta especie y poder volver a explotarla en un futuro no muy lejano.

 

Por Dr. José R. Dadon (Universidad de Buenos Aires y CONICET)





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